Maravillas de este siglo
19/07/2021 | 12:28 | Por María Rosa Beltramo.
María Rosa Beltramo
Un millón de franceses acudieron a los centros sanitarios para vacunarse 24 horas después de que su presidente, Emmanuel Macron, modificara drásticamente la ecuación y defendiera la libertad de movilizarse de los vacunados y restricciones para quienes pudiendo hacerlo se niegan a dar ese paso.
En la parte central del mensaje televisado con el que se dirigió a la nación el mandatario advirtió: “Ya no tengo ninguna intención de sacrificar mi vida, mi tiempo, mi libertad y la adolescencia de mis hijas, así como su derecho a estudiar adecuadamente, por quienes se niegan a vacunarse. Esta vez se queda usted en casa, no nosotros”.
A diferencia de otros países que siguen penando por conseguir las vacunas contra el Covid, Francia tienen las necesarias pero se enfrenta a la resistencia de grupos más o menos organizados que han hecho que la campaña que empezó con el respaldo aparentemente unánime de la sociedad, se estancara en porcentajes inferiores a las expectativas oficiales.
Hasta el domingo 18 de julio habían recibido al menos una dosis, 35,5 millones de personas -algo más de la mitad de la población- y 27 millones completaron el esquema pero en la semana previa pudo advertirse una merma significativa en la asistencia a los vacunatorios, lo que aleja el objetivo de la inmunidad de rebaño, aspecto central del esfuerzo de salud pública.
Hasta el 15 de septiembre tendrán plazo para vacunarse los trabajadores de la salud -aunque sea difícil de creer muchos de ellos siguen demorando su propia inoculación- los empleados de las residencias de ancianos y los que, en general, trabajan en contacto con personas frágiles o inmunodeprimidas. ”En caso contrario no podrán seguir trabajando y no se les pagará", confirmó el ministro de Salud, Olivier Véran.
El discurso de Macron ofició de puntapié inicial para empezar a exigir pasaporte sanitario para entrar a bares, restaurantes, colectivos de larga distancia y trenes, además de centros comerciales y hasta centros médicos. Todos esos requisitos integran un proyecto que será sometido a la Asamblea Nacional, en donde el oficialismo tiene mayoría y, en consecuencia, puede obtener rápida aprobación.
Aunque el éxito de las advertencias del presidente galo se puede medir en función de la concurrencia inmediata a los vacunatorios, poco más de 100 mil franceses salieron a las calles a protestar contra lo que no vacilaron en calificar de “dictadura sanitaria”, al tiempo que reclamaron libertad para manejarse de acuerdo a sus propias creencias, sin la interferencia del estado.
La mayoría de los partidos con representación parlamentaria han respaldado a Macron, excepto Francia Insumisa, un sector de la izquierda y Agrupación Nacional, de derecha. El ministro de Economía, Bruno Le Maire salió a decir que el repunte en la actividad que se insinuó con la aparición de las distintas vacunas “se pone en riesgo por la falta de responsabilidad de unos pocos”.
Y con el auxilio de su colega de Salud Pública explicó que con la aparición de las nuevas variantes “hace falta una tasa de vacunación del 90 por ciento para alcanzar la inmunidad colectiva”. Sólo el 44 por ciento tiene la dosis completa. Por encima de los grupos que apoyan al gobierno y de los que lo combaten , la mayoría de las encuestas celebradas en los últimos días entre los ciudadanos franceses arroja un 69 por ciento de respaldo a la campaña oficial.
El porcentaje es alto pero, sin embargo, algo más del 30 por ciento de la población se mantiene indiferente al pedido de las autoridades y sigue rechazando a las vacunas, la solución por la que clamaba la humanidad dos años atrás cuando aparecieron los primeros casos de Covid y la pandemia se extendió por todo el planeta.
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