Maravillas de este siglo
10/08/2024 | 08:45
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
Está vigente un nuevo decreto que promete cambiar para siempre la relación entre la industria cinematográfica y el Estado. Como en casi todas las cosas importantes hay miradas opuestas sobre sus consecuencias.
Con la eficacia ya demostrada en la manera de comunicar, el gobierno advirtió que ha decidido dejar de financiar películas sin espectadores. Desde el otro lado del mostrador, la cámara que agrupa a las más importantes productoras sostiene que por ignorancia o decisión consciente se está infligiendo un daño irreparable al tejido productivo cinematográfico.
Aunque ambas partes hablan de lo mismo, una quiere convencer con la promesa de impedir un insoportable drenaje de fondos y la otra avisa que con el pretexto de garantizar un ahorro incierto, pueden acabar con una industria generadora de puestos de trabajo y estrechamente vinculada a la identidad cultural.
No hay actividad cinematográfica en ningún lugar del mundo que se desarrolle sin la intervención estatal. Hollywood, la Fábrica de Sueños, mantiene lozano el Programa de Créditos Fiscales para Cine y Televisión y en sus comienzos vio florecer uno de sus negocios más prósperos gracias a incentivos fiscales y donación de tierras.
La meca del séptimo arte fue en las primeras dos décadas del siglo XX un páramo cuyas autoridades tuvieron la inteligencia de ofrecer toda clase de facilidades para atraer hacia el oeste a las productoras que se habían instalado en el Este.
Miles de turistas llegan cada año a Los Angeles y recorren , conmovidos,el Hollywood Bulevard para buscar entre las baldosas el nombre de sus estrellas y las de sus padres.
Más que su clima y la belleza de las playas que bordean el Pacífico, la ciudad californiana le ofrece al mundo un set inmenso en el que cualquier aventura puede hacerse realidad.
No debe haber un solo argentino que se oponga a la decisión de cancelar la inversión en una película ignorada por los espectadores, pero está claro que los resultados se ven con el producto terminado. La industria, aseguran sus cultores más exitosos, necesita de la ayuda oficial desde el primer día.
Por eso la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica alerta sobre el riesgo que implica la existencia del decreto 662/2024.
Sostiene en tal sentido que “confunde conceptos, desconoce las herramientas de fomento utilizadas en todo el mundo y declara querer incentivar un semillero de talentos al mismo tiempo que desalienta las producciones internacionales”.
El cine puede presentarse erróneamente como el delirio elitista de gente que para regocijo personal es capaz de fagocitarse el aporte de los contribuyentes, pero es mejor tener en cuenta que desde su invención se ha constituido en un factor de atracción que genera riqueza.
Entre 2008 y 2013 se desarrollaron las 5 temporadas de Breaking Bad, una serie que además de integrar el top five del género, le brindó una impensada proyección a Albuquerque, una ciudad de medio millón de habitantes en Nuevo México, reconvertida por la ficción.
De la noche a la mañana empezaron a llegar a esos lugares áridos y poco atractivos, fanáticos de Walter White dispuestos a recorrer sus calles y visitar las casas y los negocios que son parte de la historia del docente que se transforma en el cerebro de una banda narco.
Parece claro que, como en cualquier otra industria, en la del cine hay que invertir para después cosechar. Gavin Newsom, el gobernador de California, estado que aloja a las principales productoras norteamericanas firmó el proyecto –luego convertido en ley- que garantiza 330 millones de dólares anuales en créditos fiscales para producciones cinematográficas y televisivas hasta 2025.
Los frutos se recogen muy rápido. Según la información oficial de la administración demócrata, cinco nuevos proyectos televisivos se filmarán en California a través del programa de créditos fiscales del estado, "California Jobs First".
Eso implica 438 días de filmación, una inversión de 386 millones en la economía local y empleo para 15.869 extras, 1.196 miembros de equipo y 685 actores. Hay pocas cosas tan rotundas como esos números que el gobierno difunde para que los contribuyentes sepan adónde va a parar el dinero de sus impuestos.
Y es California, el escenario privilegiado del séptimo arte, la cuna de lo que la prensa define como los “tanques ” que rompen la taquilla. En ese lugar,donde se respira cine y conglomerados de empresas dependen de guiones afortunados, allí también hay un Estado presente dispuesto a invertir lo que haga falta.
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