Mal de ojo

Patricia Bullrich reveló que su prima Fabiana Cantilo le dijo que percibía que ella estaba ojeada y, como le tiene afecto, empezó a hacerle un “trabajito” a distancia para librarla de las malas influencias.

”Y ahora el ojo lo tengo bien” aseguró la candidata presidencial que el domingo 8 necesitó de la asistencia del director del Same por una molesta lesión ocular, en mitad del segundo debate presidencial.

Milei, el hombre que se impuso en las primarias y lidera la mayoría de las encuestas para los comicios del 22, emplea los servicios de una médium para comunicarse con Conan, el mastín inglés al que quería como un hijo y que se murió ocasionándole el perpetuo dolor de las pérdidas irreparables.

No es extraño que la inminencia de la votación decisiva genere un clima permeable a la existencia de factores irracionales, pero nunca como ahora se configuró un escenario donde lo esotérico parece tener cierta prevalencia sobre la lógica de las cifras y las propuestas.

Aunque sólo importó el costado irregular de la contratación, el país se sorprendió al enterarse que en el Banco Nación una gerenta de sueldo millonario pagaba con dineros públicos los servicios de una experta que le señalaba los momentos indicados para determinadas operaciones, en función de ciertas combinaciones numéricas.

La numeróloga del Nación emergió del escándalo con prestigio y una reforzada lista de clientes. Incluso les pidió disculpas por la tele ya que no había tenido tiempo material para responderles.

A medida que se acerca el día de la elección, los candidatos se vuelven más pendientes de las señales divinas y las influencias astrales porque la realidad pura y dura suele maltratarlos con estadísticas de terror y malhumor social.

“Tengo más rosarios que el Papa” confesó Bullrich, quien en los últimos tiempos ha recibido de parte de sus seguidores, pulseritas, medallas y cintitas rojas contra la mala suerte.

Ella recibe todo esperanzada porque está convencida de que el diagnóstico de su prima cantante es bastante certero. En el segundo debate se lastimó el ojo pero tuvo mejor desempeño que en Santiago del Estero.

Asegura que en el primero le pasó de todo. "Parecía tarada.Tomaba agua y se me secaba la boca, se me paralizaba la lengua".

Frente a tamaña experiencia es comprensible que acepte de buen grado el “trabajito” de Fabiana y las cintas rojas para repeler las energías negativas.

Aunque no todos los candidatos creen con la misma intensidad en la influencia de fuerzas extrañas, cuando llega la hora de pasar por las urnas ponen en marcha sus cábalas. En ese punto no suele haber diferencias sensibles entre izquierda, derecha y centro.

Sergio Massa ha cambiado de ubicación en el espectro político, pero siempre ha respetado el asado con un selecto grupo de amigos la noche anterior y la lasagna de la madre el día del comicio.

Juan Schiaretti luce en las jornadas electorales una campera roja -importa el color pero no tanto la prenda que la ha renovado a lo largo de los años- y almuerza milanesa napolitana o carne al horno.

La representante de la izquierda, Myriam Bregman, no ha revelado si ella también deposita en alguna parte de su indumentaria la “responsabilidad” de atraer votos pero tratándose de una hincha furiosa de Estudiantes de la Plata y admiradora de Carlos Salvador Bilardo, lo más probable es que tenga el triple de cábalas que cualquiera de sus rivales.

Pese a que no existe un registro de expertos en gestionar o anular el mal de ojo, el diario La Nación acudió a los oficios de una profesional que trabaja con el sugestivo nombre de “Mhoni Vidente”, quien se encargó de enumerar entre otros síntomas de la dolencia, enfermarse con frecuencia, tristeza rutinaria y sin razón aparente, desánimo y ganas de no hacer nada, además de pérdida de dinero, que se acaba con rapidez.

Mhoni Vidente no se animó a recomendar los servicios de los que “cortan” el mal de ojo ni aportó sugerencias sobre amuletos para alejarlo y descendió del reino de lo innominado al abc de cualquier médico clínico para concluir que “una buena alimentación y una vida espiritual sana, ayudan a evitar cualquier mala energía”.

Los pobres candidatos, en campaña 24 horas, 7 días a la semana, ni siquiera pueden seguir esa elemental recomendación sobre la comida sana.