Nos obligaste a sonreír con los ojos y a interrogar con la mirada

Al principio te rechazamos y hubo quienes te colgaban del cuello para mostrar rebeldía.

Hubo que hacer tutoriales sobre el modo correcto de llevarte.

Un policía inspirado recordó que debías cubrir nariz, boca y mentón y grabó para la posteridad que no era muy complicado porque gracias a Dios las tres cosas formaban parte del mismo rostro.

Hubo una época en la que lo único que la gente buscaba en una foto era a los que te habían ignorado

Aunque te recomendaban para todas las edades y clases sociales en el mundo entero, algunos se las ingeniaron para hacer diferencias. Ya se sabe que hay gente preocupada por cualquier esbozo de colectivización

Todavía hay modelitos caros con filtros infalibles y marca en el orillo y callejeros de ocasión al alcance de los bolsillos más flacos.

En los días más oscuros que padecimos, tu versión más modesta no se conseguía por menos de 100 pesos; ahora que vivimos un tiempo más amable el mismo billete alcanza para 5.

Los historiadores tendrán problemas para explicarle a las futuras generaciones que no nos dejaban entrar a un banco con auriculares "por razones de seguridad", pero nos parábamos ante el cajero, enmascarados.

Pasaron dos años, una tremenda campaña que te volvió indispensable y protocolos hasta para respirar

Ahora que nos acostumbramos a llevarte a todas partes, nos avisan que ya no te necesitaremos.

Y pensar que nos habíamos convencido de que gracias a tu presencia, nos volvimos interesantes y misteriosos.

Chau barbijo y gracias por tanto.