Maravillas de este siglo
18/09/2019 | 09:45
María Rosa Beltramo
Compañero del candidato que quedó tercero cómodo en las primarias; docente universitario; gobernador de Salta –aún en las filas del partido Justicialista– Juan Manuel Urtubey es un hombre con múltiples ocupaciones, pero parece disponer de tiempo para el ocio y pretende disfrutarlo en los recoletos salones del Jockey Club, para lo cual aspira a una membresía que deberán resolver los 21 miembros de la comisión directiva que encabeza el financista y criador de caballos de pura sangre, Miguel Crotto Sojo.
Aunque la institución fundada hace 137 años por Carlos Pellegrini ha figurado históricamente como la trinchera más férrea del antiperonismo, desde la última década del siglo pasado y con la irrupción del menemismo, ya hubo dirigentes ligados a ese partido que se postularon con éxito para ser socios de una entidad que sólo admite hombres, les exige el uso del traje en todas sus dependencias y prefiere a los que pueden ser presentados por parientes.
Es el caso de Jorge Triacca padre, ex titular de la CGT Azopardo, y más recientemente de Alejandro, el hijo de Luis Barrionuevo. El diario La Prensa fue el encargado de difundir en enero de 2013, el pedido del retoño del sindicalista. “Si bien la movilidad social ya no es lo que era en la Argentina a causa de que la pobreza se volvió estructural y la brecha entre ricos y pobres se profundiza con el paso del tiempo, siempre hay quienes pueden subir algún escalón”.
Y añadía “Es el caso de Alejandro Barrionuevo, hijo del hiperfamoso dirigente sindical gastronómico Luis Barrionuevo, que presentó su solicitud de ingreso al Jockey Club, incendiado por tratarse de un símbolo de la "oligarquía" por el peronismo en 1953”. Poco después de la incorporación, fue La Nación, el diario que se ocupó del tema y recordó que Barrionuevo “fue aceptado como socio hace dos años y juega al golf, pero debió enfrentar comentarios que buscaron menospreciarlo”.
Según el diario de los Mitre, uno de los mejor informados sobre el funcionamiento del Jockey, en la actualidad posee alrededor de 7.600 socios y con alguna frecuencia sus autoridades suelen trenzarse en discusiones de la que sólo trascienden mínimos detalles, sobre la posibilidad de airear a la institución y facilitar el ingreso de fondos por vía de la flexibilización de las condiciones de ingreso.
Sin embargo, cada paso que los modernizadores dan en ese sentido, se corresponde con la férrea negativa de los tradicionalistas que abogan por la continuidad de lo que dispuso el fundador: "Un club de caballeros representativos de la actividad política y económica del país". Las razones por las cuales admiten o rechazan a los postulantes son absolutamente arbitrarias.
El mecanismo de admisión consiste en el ya citado sistema de bolillas. Dos negras sobre un total de 21 significan que el candidato ha sido rechazado. Hay cuotas diferenciadas para ingresantes que no tienen miembros de su familia en el club. En ese caso el acceso es más oneroso y, en valores de hace tres años, antes de las últimas y brutales devaluaciones , rondaba los 500 mil pesos.
La sede social del JC se encuentra en Alvear 1300, corazón del barrio de La Recoleta y es fruto de la unificación de dos mansiones. Incluye en sus cinco pisos y el subsuelo, cuadrilátero de box, salón de esgrima, cancha de squash, pileta de natación y baño turco, además de salones de distintas dimensiones para la actividad social, que es la razón de ser de la institución.
En cuanto al reglamento interno, obliga a los miembros a "ajustar sus comportamientos y conductas a las normas impuestas por la cultura, los principios éticos y la buena educación; en especial cuando se trate de conductas públicas o que tomen estado público", una generalidad que les permite a sus autoridades hacer su voluntad sin dar demasiadas explicaciones.