Maravillas de este siglo
25/04/2022 | 09:23 | Por María Rosa Beltramo.
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
La sociedad ha empujado para tener una legislación cada vez más inclusiva. La discriminación en cualquier ámbito es una falta seria, cuando no un delito. El Estado-nacional, provincial y municipal-dispone de organismos que intentan garantizar el cumplimiento estricto de las leyes y la condena a cualquier intento de lesionar el principio de igualdad.
No obstante ese marco teórico tan tranquilizador, en el último año se duplicaron los casos de bullying o acoso escolar. En estos días actualizó dramáticamente esta cuestión el incidente protagonizado por el padre de una nena hipoacúsica que amenazó con arrancarle la cabeza y los ojos a un compañerito que, como la víctima de las cargadas, tiene 13 años.
Leonardo, que recibió una orden de restricción de acercamiento, sostuvo después de que trascendiera lo ocurrido, que nunca estuvo en sus planes matar al chico pero que iría feliz a la cárcel si, por el tenor de las amenazas, su nena tiene unos días de tranquilidad y alegría como los que ha vivido la última semana después de que el agresor se llamara a silencio y dejara de burlarse de ella.
Antes de que le enviara al niño el audio en el que además le advertía que si no cesaba su conducta, nada lo salvaría de su ira, el hombre habló más de una vez con las autoridades del colegio y, además, se comunicó con la madre del acosador que le contestó que su hijo era bueno, que si tenía quejas las arreglara con los directivos del establecimiento escolar y que ella no tenía tiempo para esas “boludeces”.
No siempre ha sido así, pero ahora es más o menos usual analizar el impacto del bullying en la víctima; rara vez, en cambio, hay una mirada atenta sobre los acosadores que son percibidos por su entorno como perfectamente adaptados y, sin embargo, son capaces, en plena infancia, de amargar la vida de otro niño. ¿Es “normal” herir sistemáticamente a un par porque tiene dificultad para hablar, porque es más flaco o más gordo o distinto?
¿Hacía falta la escalada de violencia para que el agresor cambiara o al menos se callara? “El día que te cruce te voy a arrancar la cabeza, te voy a sacar la cabeza. Te voy a sacar los ojos, los voy a poner en un plato y te los voy a hacer masticar la próxima vez que cargues a mi hija” decía el audio que motivó la denuncia y la posterior orden de restricción y que, además, hizo que el colegio que hasta ahora no le había prestado real atención al problema tuviera que tomar cartas en el asunto para frenar el escándalo que los puso en la tapa de los diarios.
Parece mentira pero el padre de la nena hipoacúsica ha tenido que salir a explicar los antecedentes de su hija para darle contexto a la situación. Reveló que la niña pesó al nacer sólo 450 gramos, que la tuvieron que someter a varias intervenciones quirúrgicas y que a punto estuvo de quedar ciega. Hasta los 4 años estuvo sorda y desde entonces un implante coclear le resolvió el problema.
En plena preadolescencia, la mayoría de sus compañeras evitan invitarla a los cumpleaños o a cualquier reunión social típica de la edad. Y el compañerito le hace la vida amarga. Leonardo dice que, con matices, la situación que él describe empezó hace 10 años. O sea, la pequeña ha vivido toda su existencia siendo víctima de acoso sin que a nadie se le mueva un pelo.
“Son cosas de chicos” señaló la madre del agresor cuando Leonardo la interpeló buscando una solución. La escuela en donde todos los días se registraban los ataques tampoco tuvo respuestas. Apenas si organizó un par de reuniones pero nada cambió.
Hubiera sido una victoria sensacional que los chicos, guiados por familiares y educadores, entendieran la crueldad de su proceder. Pero no. Nada se sabe del resto del curso y de las compañeritas que la marginan de los cumples. El líder del grupo dejó de molestar sólo cuando el padre de su víctima le advirtió que le arrancaría los ojos y se los haría comer. Por no darle espacio al diálogo comprometido y sincero perdieron todos.
Te puede Interesar
Conmoción en Mendoza
Se trata de la pequeña, cuya tía filmó un video que se hizo viral. En el corto, la niña asegura que quiere “irse al cielo” para terminar con el sufrimiento infringido por sus compañeros que la acosan por su peso.
Violencia en la escuela
El padre de una alumna del Colegio Euskal Echea le envió mensajes por Whatsapp a un adolescente de 13 años, a quien acusa de hacerle bullying a su hija.