Maravillas de este siglo
14/02/2020 | 06:15 |
Consejero de lujo porque lleva años en la función pública, el gobernador tucumano Juan Manzur le proporcionó a la ministra de Seguridad Sabina Frederic las claves para que pueda ejercer su cargo en forma exitosa. Ella, recién llegada a un lugar del gabinete donde abundan las dificultades, se le ocurrió comentarle una idea que permitiría la participación de las provincias y la oposición en la fijación de políticas para una de las áreas sensibles.
Ignorante de la proximidad de micrófonos y, sobre todo de que estaban abiertos, Manzur se descolgó con un tajante “Poné a alguien que escuche a la oposición y después nosotros hacemos lo que queremos”. Con esa maravillosa capacidad de quedar mal con todo el mundo empleando sólo 15 palabras, la opinión que en privado habría quedado como un aporte cínico, se hizo pública y colocó al mandatario y la ministra en la vidriera de todas las portadas.
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En defensa del consejero pescado en falta, hay que recordar que personajes que lo aventajan en fama y experiencia han generado mayores escándalos por un descuido similar. Aún los políticos más precavidos han desoído alguna vez la recomendación de callar aquello que no pueden defender si por algún motivo atraviesa la frontera de lo privado. El ex premier británico John Major se quedó charlando, distendido, con un periodista que lo había entrevistado y en presencia de micrófonos que creía cerrados, trató de “bastardos” a integrantes de su gabinete, señaló que estaba dispuesto a “crucificarlos” y confirmando todos los rumores sobre algunos escándalos sexuales se lamentó por no poder evitar “que algunas personas se acuesten con quienes no deberían”.
El sincericidio de Manzur es una tontería al lado de otros que tuvieron intención humorística y terminaron provocando serios dolores de cabeza. El ex presidente norteamericano Ronald Reagan no tuvo mejor ocurrencia que probar si funcionaba un micrófono con un discurso breve pero contundente. Y lamentablemente olvidó de dar instrucciones de que no lo grabaran. "Compatriotas, me complace informales que hoy firmé una ley que declara a Rusia fuera de la ley para siempre. Empezamos a bombardear en cinco minutos".
El demócrata John Kerry, ex candidato a presidente de Estados Unidos, no advirtió que habían dispuesto todo para recoger sus palabras y creyendo que hablaba en confianza con dirigentes gremiales, dejó para la posteridad su opinión sobre sus rivales republicanos: "Son unos de los tipos más corruptos y mentirosos que conozco".
Pero no sólo los políticos experimentan esta clase de metidas de pata. Al ex futbolista y técnico inglés Ron Atkinson le costó el empleo en un canal de televisión y en The Guardian su particular referencia sobre Marcel Desailly, entonces en el Chelsea. En un ámbito donde no se permiten expresiones racistas, medio país lo oyó afirmar que el defensor era “un negro jodido y perezoso".
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La ex vicepresidenta Gabriela Michetti ha sido una víctima reiterada de los micrófonos. “Están todos locos, no sé qué les pasa”, dijo en medio de una sesión mientras discutían legisladores de su partido. Y agregó “se la agarran conmigo, están todos peleados”, un tema menor frente a lo que le pasó el 8 de agosto de 2018 cuando se enojó con el radical Luis Naidenoff, integrante de la coalición Cambiemos, y hablando con uno de sus colaboradores exclamó a viva voz "es un pelotudo, que no rompa las pelotas", mientras el sensible sistema de audio de la Cámara Baja amplificaba sus opiniones a todo el recinto.