La rebelde abuela de Palermo.

Maravillas de este siglo

Rebelde

22/04/2020 | 07:55 |   

María Rosa Beltramo

Como salida de una pesadilla de Rodríguez Larreta y a 24 horas de que declararan inconstitucional la restricción para los mayores de 70 años, una mujer movilizó el martes a la policía reivindicando su derecho a tomar sol en una reposera que desplegó parsimoniosamente en uno de los sectores más bellos de la Plaza Holanda.

Los cuatro agentes de la Policía de la Ciudad que originalmente intentaron disuadirla, explicándole que debía retornar a su departamento, no la intimidaron ni la convencieron. Les dijo que necesitaba el sol, les comunico que permanecería exponiéndose a sus rayos 20 minutos, cubrió sus ojos con sendos protectores, se arremangó para dejar los brazos al descubierto y se quedó tranquila como en una jornada de picnic.

Para entonces, los policías no sabían qué hacer. Optaron por retirarse algunos metros sin dejar de ser conscientes de que TN transmitía en directo y que, en consecuencia, era probable que todo empeorara. A los 5 minutos llegaron más cámaras y micrófonos, además de dos policías mujeres a las que la señora también ignoró.

Tal como lo había anticipado permaneció exactamente 20 minutos expuesta al sol, entre la estatua de la leona con su cria y la bicisenda. Después agitó sus manos como para reclamarles distancia a las agentes, se quitó los protectores, se acomodó el barbijo, los guantes, se caló unas gafas tipo Ray Ban, plegó la reposera y, en lo que constituye el acto más peligroso de su jornada, atravesó la avenida Del Libertador mientras el semáforo, en verde, autorizaba el paso de los autos.

Un policía inspirado se adelantó para ponerla a cubierto del tráfico y después, rodeada de periodistas y más policías llegó hasta su edificio y enarboló un par de veces la reposera como si se tratara de una valla, cuando los uniformados intentaron demorarla hasta que, al final, le abrieron la puerta y dejaron que regresara a la seguridad de su casa.

Los vecinos que la denunciaron y convocaron al primer canal dijeron después que era la segunda o la tercera vez que la señora manifestaba esos actos de rebeldía y que incluso ya había discutido con el policía de la cuadra, claro que sin la presencia de la prensa.

La protesta solitaria generó cierto desconcierto de los especialistas que no se decidían a respaldar a la adoradora del sol ni tampoco a condenar la inacción policial o criticar el trato que le dispensaron a la mujer. Antes de que ella se perdiera en el interior del edificio, ya habían salido al aire el defensor de la Tercera Edad y una especialista del Conicet que, en líneas generales, se mostraron comprensivos, haciendo la salvedad de que se trataba de una infractora.

Cuando volvamos a la normalidad extrañaremos estos días de acciones aparentemente inofensivas que se relatan como delitos. No hay dudas de que son faltas que ponen en jaque el único plan posible para mantenernos a salvo, pero hay que admitir que, al lado de la crónica roja que retrata crímenes horrendos, uno termina sonriendo cuando le cuentan que la policía mandó adentro a un grupo de jubilados en medio de un partido de bochas, o que disolvió un campeonato de fútbol barrial, canceló un karaoke de 4 o interrumpió la animada charla de tres personas, que tomaban mate en la puerta de la casa. Cuando todo pase, sentiremos nostalgia de la crónica policial en tiempos de pandemia.