Marvillas de este siglo
22/04/2023 | 12:49
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
La sociedad no vive pendiente de los pronunciamientos de la OEA pero el organismo conserva su prestigio como foro continental.
Las condenas y los respaldos que parten de Washington, donde está la sede, suelen depender de infinidad de variables entre las que figuran el perfil ideológico de su máxima autoridad, el de los gobiernos de los miembros más importantes y, por supuesto, de las necesidades de la Casa Blanca.
Entre una denuncia por violaciones a los derechos humanos en Nicaragua y la presunta campaña de desestabilización contra el Perú, esta última semana apareció sobre el escritorio de Luis Almagro el resultado de la investigación que concluye que él "no vulneró el reglamento interno" al mantener relaciones con una empleada.
Aunque al secretario general no le haga ninguna gracia, al fin apareció un tema interesante para todo el mundo y no sólo para el puñado de especialistas que quiere estar al día con la política americana.
No hay protocolo lo bastante seguro para evitar que los funcionarios del principal organismo gubernamental, político, jurídico y social del hemisferio cometan errores de juicio al examinar el comportamiento de los países miembros
En cambio, existe la pretensión de que exhiban una conducta intachable en lo que respecta a las relaciones interpersonales.
Como siempre, se asegura que no hay intromisión en la vida privada de nadie, pero si la máxima figura de la OEA sale con una empleada del organismo, el romance no debe reportar ningún tipo de beneficio para la persona de menor jerarquía.
El uruguayo Luis Almagro, ex canciller de su país, ocupa la secretaría general desde el 18 de marzo de 2015 y fue reelegido para un segundo mandato en 2020.
Tiene 59 años, es padre de 7 hijos y en algunos sitios no oficiales, incluidos la popular Wikipedia, figura todavía casado con la sudafricana Marianne Birkholtz.
No obstante, sus allegados dicen que se separó hace mucho y que en los últimos años ha mantenido una relación bastante estable con una funcionaria mexicana de la OEA que algunos creían su asesora, aunque formalmente no tenía ese cargo.
Fue la agencia Associated Press la que durante el pasado mes de octubre informó del romance y poco después forzó a las autoridades del Departamento de Asesoría Legal a contratar los servicios de la firma de abogados Miller & Chevalier para dejar a todos tranquilos.
"La investigación externa concluyó que el secretario general violó las reglas y regulaciones de la OEA en lo que concierne a las disposiciones sobre el sentido común y buen juicio y las obligaciones éticas adicionales para el secretario general", pero no el reglamento.
Y, por supuesto, afectar el "sentido común y el buen juicio" no es algo que la ley penalice por lo que Almagro puede quedarse tranquilo al igual que los encargados de velar por el cumplimiento escrupuloso de la ley que ahora pueden decir "investigamos" y el protocolo funcionó.
Por tratarse de la OEA, Miller & Chevalier le hicieron precio y cobraron sólo 120 mil dólares para revisar tickets, facturas, boletos de avión, reservas de hoteles y restaurantes y el legajo de la empleada mexicana.
En cuanto al protagonista excluyente de esta telenovela continental, el mismísimo Luis Almagro, apenas trascendió el resultado de la pesquisa dijo "el informe me exonera de toda responsabilidad" y además, "acepto y valoro especialmente las recomendaciones presentadas”. No más preguntas, señor juez.
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