Maravillas de este siglo
13/06/2019 | 09:27
María Rosa Beltramo
La Suprema Corte de Brasil ignoró en su reunión del martes el pedido de liberación de Luiz Inácio Lula da Silva quien cumple el primero de los 8 años y 10 meses de su condena por corrupción.
Ahora se espera que el reclamo sea tratado en el próximo encuentro plenario, previsto para el 25.La demora en abordar esa cuestión provocó malestar entre los seguidores del ex presidente que aguardaban un pronunciamiento inmediato tras las filtraciones publicadas por el portal Intercept, que reunió evidencias sobre la aparente parcialidad del juez de la causa y actual ministro de Justicia, Sergio Moro.
El norteamericano Glenn Greenwald, responsable del sitio web, reprodujo conversaciones privadas en las que el ahora miembro del gabinete de Jair Bolsonaro, sugiere al fiscal Deltan Dallagnol cambiar el orden de las fases de la operación Lava Jato y conseja determinados cursos de acción, lo que naturalmente está prohibido.
El impacto de la publicación fue de tal magnitud, que los más optimistas creyeron que la liberación de Lula era probable. El tribunal le dio entrada al pedido pero lo mandó al fondo del cajón, una decisión que exacerbó el ánimo de la izquierda y le permitió al oficialismo gobernante desacreditar a Greenwald y sugerir que lo más apropiado era expulsarlo del país.
Sin apuro, el Consejo Nacional del Ministerio Público inició una investigación para determinar si los fiscales cometieron algún tipo de falta y, en la vereda de enfrente, la Orden de Abogados de Brasil recomendó la separación temporal de sus funciones de Moro Dallagnol, hasta que una investigación imparcial determine si cometieron alguna incorrección.
Lula, que al momento de su encarcelamiento era el político con mayor respaldo popular, fue condenado por recibir un departamento en una playa de San Pablo a cambio de favores políticos a la constructora OAS. La posibilidad de que el proceso que lo apartó de la contienda electoral y lo privó de su libertad no haya abrevado en la justicia y se inscriba en una elaborada maniobra de descrédito, tiene implicancias que superan la situación personal del ex mandatario y arrojan sombras sobre la independencia del Poder Judicial.
Jair Bolsonaro se ha mantenido inconmovible ante las revelaciones y se preocupó por respaldar explícitamente a Sergio Moro, a quién acompañó a un acto en el cual recibió una condecoración.
Poco importa que la difusión de las presuntas irregularidades haya llegado de la mano del norteamericano que dio a conocer en 2013 las filtraciones de Edward Snowden sobre los programas de vigilancia masiva implementados por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos
Los fiscales que intervinieron en el enjuiciamiento de Lula dijeron que están “tranquilos” aunque las conversaciones que reprodujo Intercept los deja mal parados en asuntos que no tienen nada que ver con el supuesto objeto de su investigación. Entre otras cosas, discuten las formas de frenar una entrevista que Lula, en prisión desde abril de 2018, había concedido al diario Folha de
Sao Paulo porque podría beneficiar al Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones.
Brasil se jacta de liderar el combate a la corrupción con su célebre Lava Jato. Los detalles que lo cuestionan atacan el corazón de un proceso llamado a sentar precedentes en todo el continente. Por ahora Bolsonaro sostiene a Moro y el ex juez se prepara para comparecer la semana próxima ante el Senado.
El presidente de la Cámara, Davi Alcolumbre, anunció la audiencia en la que el ministro se enfrentará a los miembros de la Comisión de Constitución y Justicia e intentará explicar que el intercambio de información con los fiscales formaba parte de su interés por administrar justicia y no de una maniobra para desactivar al dirigente más encumbrado del sector que terminó siendo
derrotado en las urnas.