Maravillas de este siglo
18/10/2021 | 11:23 | Por María Rosa Beltramo.
María Rosa Beltramo
Venía de convertir en best sellers a sus tres obras anteriores y con la cuarta ganó la última edición del Premio Planeta de Novela. Se llama Carmen Mola y es española. Al menos eso decían las reseñas incluidas en las solapas de sus libros, en las que se consignaba, vagamente, que daba clases en la universidad y que vivía en Madrid junto a su marido y sus tres hijos.
La sorpresa llegó cuando Carmencita tuvo que pasar a retirar el millón de euros con el que estaba dotado el galardón al que se hizo acreedora por “La Bestia”, un thriller histórico escenificado en la capital de España durante la epidemia de cólera de la primera mitad del siglo XIX.
Y es que los que acudieron al acto fueron Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, tres varones de pelo en pecho, que en medio de risitas cómplices revelaron que ellos eran Carmen Mola. Y después de la reacción inicial de estupor , llegó el enojo.
Es que la presunta autora cosechaba respaldos no sólo por sus narraciones sino también por el inclusivo contenido de sus novelas. Un año atrás, el Instituto de la Mujer había seleccionado la obra de Mola para incorporarla como lectura feminista junto a autoras de la talla de la canadiense Margaret Atwood, célebre por “El cuento de la criada”.
Cualquiera podría suponer que varón o mujer su autor, lo importante debería ser el contenido, que no ha cambiado un ápice después que los verdaderos escritores tuvieron que admitir que Carmen no existía. Sin embargo, la decepción fue tremenda y explica alguna de las medidas que se han tomado.
Una dirigente feminista trató a Jorge, Agustín y Antonio de “timadores” y señaló que “no es sólo el nombre; es el perfil falso con el que han engañado a lectores y periodistas”. Es que los muchachos debían satisfacer , de tanto en tanto, la curiosidad de las editoriales y el periodismo y contestaban entrevistas a tres voces y como si fueran una mujer , madre de tres chicos.
Lo extraordinario de los tiempos que corren es que , a la vuelta de la historia, haya hombres que firmen como mujeres cuando lo habitual fue lo contrario. Charlotte Bronte, la autora de “Jane Eyre” se animó a enviar algunos de sus escritos a un reputado poeta de la época y recibió por respuesta después de una larguísima espera, “la literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer”. En 1847 no tenía la menor chance de polemizar con éxito sobre esa cuestión y lo que hizo entonces fue convertirse en Currer Bell. Como queda claro, al principio de su carrera lo único que pudo conservar, además de su talento creativo, fueron las iniciales.
Más o menos por la misma época Amantine Aurore Dupin decidió firmar como George Sand y Mary Anne Evans fue George Elliot. Sin los condicionamientos y la mentalidad de los siglos XIX y XX , una de las autoras más exitosas a nivel global, J K Rowlings, la madre de Harry Potter, quiso dejar atrás el personaje que la hizo millonaria y probarse en otro terreno, el de la novela policial, como Robert Galbraith.
Ella misma aclaró que no quiso engañar a nadie y que su propósito fue saber si un escritor inédito como el presunto RG era capaz de triunfar . Por supuesto su nuevo personaje Cormoran Strike no ha vendido los millones de ejemplares del joven mago, pero antes de que las editoriales revelaran que Robert era J.K, el novel escritor ya había podido firmar un par de contratos para transformar la novela en serie.
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