Succession

Hace muchos años que Bernard Arnault es escandalosamente rico, pero necesitó llegar a la cima de la tabla que arma Forbes para que en la calle se hable de él.

Y después de ubicarse primero en el top ten millonario, los que son meros espectadores de su vida de novela volvieron su mirada hacia él y sus herederos, conocedores de que en la familia se está cocinando algo grande que puede resultar conflictivo.

Es que al Daily Mail se le ocurrió averiguar cuál de los cinco hijos del francés asumirá el control del conglomerado de empresas que tiene a cargo.Y ese es, casi, un tema tabú.

Aunque esta no es una enumeración exhaustiva hay que decir que como presidente y CEO de LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, Arnault maneja unas setenta marcas de moda y cosméticos.

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En 2021 cuando advirtió que le estaba faltando algo para sentirse realmente el amo del lujo, compró la mítica joyería Tiffany en 18.500 millones de dólares.

Bernard Arnault acaba de cumplir 74 años y aunque todavía no piensa en la jubilación dicen que quiere definir quién ocupará su lugar para poder instruírlo/a debidamente.

El Daily Mail descubrió que con cierta frecuencia el hombre más rico del mundo elige el menú y convoca a sus hijos a un almuerzo largo en el que somete a su consideración problemas, proyectos y balances de sus compañías.

En torno de la mesa se ubican Delphine, de 48 años; Antoine, de 45; Alexandre, de 30; Frédéric, de 28 y Jean, de 25. Los dos mayores, hijos del primer matrimonio y los tres restantes del actual.

Uno de ellos se hará cargo próximamente de administrar un patrimonio neto estimado de 238 mil millones de dólares.

La gente que habla de los Arnault piensa en realidad en los Roy. Aquellos son reales y éstos forman parte de una de las ficciones más exitosas de la tele.

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Bernard aparece en la mayoría de las fotos sonriendo, un gesto que Logan, el patriarca de Succession, casi nunca se ha permitido.

Pero no hay dudas que la realidad imita al arte porque es imposible no pensar en los almuerzos del dueño de Louis Vuitton como algo que millones ven cada domingo cuando la familia, el negocio y el poder convocan a Kendall, Roman, Connor y Siobhan Roy a la casa del padre.

Y las dos familias han fabricado a lo largo de la historia su propia leyenda. Bernard vivió durante años en Estados Unidos y sus biógrafos dicen que decidió comprar Christian Dior un día que se puso a charlar con el taxista y el hombre ignoraba quién era el presidente de Francia, pero en cambio sabía todo acerca del diseñador.

Jesse Armstrong, el creador de la serie más comentada de los últimos tiempos, es el único que tiene en la cabeza el nombre del que se quedará con el imperio que construyó ladrillo a ladrillo Logan Roy.

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En el caso de Arnault, los analistas financieros y los medios están pendientes de las señales que da de vez en cuando y que, ahora se supo, ensaya a los postres de esos almuerzos largos en los que evalúa a sus comensales mientras les alcanza la sal y ordena el siguiente plato.

Al igual que Logan, Bernard no da muchas pistas y cuando las da, suelen ser falsas. A falta de información confiable, los medios creyeron que el elegido era Alexandre cuando se enteraron de que el hijo del medio se hacía cargo de Tiffany, pero un par de meses después Delphine asumió en Dior y se llevó toda la atención.

Sólo él sabe cuántos almuerzos más faltan para nombrar al heredero. Mientras tanto y a diferencia de los Roy, que tienen cualquier gesto de amabilidad prohibido, sonríe junto a todos sus hijos; el elegido y los otros cuatro.