Tirar un viejo por la ventana

Estados Unidos tendrá en 2024 elecciones presidenciales y a pesar de lo prometido, el actual jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, volverá a postularse. 

Su edad fue un dato que la oposición agitó en la campaña anterior como un obstáculo que el partido demócrata logró remover asegurando que ejercería el cargo por un solo período.

Sin embargo y tal vez porque la actual es una época en la que no se avizora el surgimiento de nuevos liderazgos, el hombre cambió de idea y comunicó que irá por la reelección. Según el análisis que publicó el Pew Research Center se encuentra entre el 5% de los mandatarios que son mayores de 80 años en el que destacan el camerunés Paul Biya (90), el namibio Hage Geingob (81) y el papa Francisco (86).

La veteranía del jefe de Estado será su talón de Aquiles si, como parece, los otros demócratas no logran disuadirlo ni derrotarlo en las primarias.

“La presidencia no es un trabajo para alguien que tiene 80 años” dijo el republicano Ron DeSantis que acaba de relanzar su candidatura y planea exhibir como un mérito su juventud.

Es que el gobernador de La Florida tiene 45 años y su cruzada contra los viejos incluye, puertas adentro, al expresidente Donald Trump (77) que aspira a volver al edificio de la avenida Pensilvania y que, por ahora, es el republicano que mejor mide en las encuestas.

DeSantis trabaja sobre un terreno previamente abonado y en la que los sondeos arrojan resultados concluyentes. Dos terceras partes de los adultos estadounidenses respaldan instituir un tope de edad a los candidatos para la presidencia y el Congreso, y una edad obligatoria de jubilación para los jueces.

De todos los olvidos, lapsus y equivocaciones que una parte del periodismo le atribuye a Biden, uno de los más significativos ocurrió en septiembre del año pasado cuando participaba de una conferencia sobre el Hambre, la Nutrición y la Salud.

Promediando su alocución Biden llamó al estrado a la representante Jackie Walorski que tenía una destacada trayectoria en esos temas. 

El problema es que la legisladora republicana de Indiana había muerto en un accidente automovilístico a principios de agosto, ocasión en la que el presidente manifestó públicamente sus condolencias a la familia.

Lo ocurrido llenó de preocupación a los más allegados al presidente porque fue imposible de disimular. Había dirigentes políticos, activistas y académicos entre el público y en esa ocasión el mandatario se mostró especialmente enfático: "Jackie, ¿estás aquí? ¿Dónde está Jackie? Creo que ella iba a estar aquí para ayudar a que esto se hiciera realidad" dijo.

DeSantis intentó no malquistarse con los veteranos de su partido y opinó que no tiene nada malo tener 80 años. "Soy gobernador de Florida, conozco a mucha gente mayor y son excelentes personas. Pero en este caso hablamos de un trabajo en el que necesitas dar el 100%. Necesitamos un presidente enérgico” señaló.

El dirigente no parece demasiado proclive a seguir el consejo de Perón que afirmaba que el trasvasamiento generacional no se puede hacer tirando un viejo por la ventana todos los días.

Por las dudas ya dijo que si Biden y él llegaran al final de la carrera "estoy seguro de que la mayoría de los estadounidenses querrán ver un paso de relevo generacional”.