Jean Paul Belmondo en el Patio de Honor de Los Inválidos.

Maravillas de este siglo

Uno de nosotros

13/09/2021 | 09:48 | Por María Rosa Beltramo.

María Rosa Beltramo

Pocas ceremonias han resultado tan conmovedoras como la despedida de Jean Paul Belmondo en el Patio de Honor de Los Inválidos. El mundo pudo ver al Presidente de la República de pie ante el sencillo ataúd, envuelto con la bandera francesa, rindiendo homenaje a un hombre que "nunca cesó de buscar la felicidad, pero también de entregarla".

Con los honores que sólo se brindan a los que forman parte del patrimonio cultural del pueblo, Emmanuel Macron, le dijo adiós al actor a quien declaró “inmortal no solamente por sus películas, sino porque enseñó sus artes a las generaciones posteriores”.

El hombre que conquistó a varias generaciones con su participación en unas 80 películas, fue despedido como lo que siempre fue: un héroe nacional, tan importante para los suyos como los que empuñaron las armas en defensa de su país o quienes batallaron desde los foros intelectuales en  defensa de los principios que los enorgullecen.

La Guardia Republicana tocó La Marsellesa poco después de que Macron declarara solemnemente "Belmondo es ternura", una caracterización extraordinaria en un escenario donde suelen enumerarse como virtudes condiciones más emparentadas con la valentía que con los sentimientos.

"Amamos a Jean Paul Belmondo porque se parecía a nosotros -agregó-; lo admiramos, nos hace reír. El habla de nuestras contradicciones, nuestros defectos. Nos encanta su soledad, su gusto por el riesgo, la elegancia de su alegría, su estilo".

La despedida de Bébel habla no sólo del amor que supo inspirar sino también de la escala de valores que lleva a rendirle homenaje a metros de donde descansa Napoleón.

Comprender lo que el protagonista de "Sin Aliento" significó para los franceses es mérito de la sensibilidad de los que advirtieron que era necesario reunir al pueblo y al gobierno frente a los restos de alguien que los había hecho reír y llorar.

En distintas etapas de su historia los franceses han sabido rendir tributo en calles y plazas a figuras que supieron ganarse el corazón de los suyos. El 14 de octubre de 1963 miles de admiradores saludaron el paso del cortejo fúnebre de Edith Piaf hacia el cementerio Pere Lachaise. El arzobispo de París se había negado a celebrar un funeral religioso por considerarla indigna para la iglesia por su vida llena de excesos. Sin embargo junto al féretro estuvo el abate Leclerc para bendecir al gorrión de París.

Hace sólo 4 años pueblo y gobierno despidieron a Johnny Hallyday. De nuevo hubo multitudes en las calles y desfilaron frente al féretro Emmanuel Macron y sus antecesores Francois Hollande y Nicolas Sarkozy.

Ahora que partió Belmondo todos sienten que es natural que los franceses de distintas edades y condición le ofrecieran flores y lágrimas a otro de sus personajes favoritos. Macrón lo dijo con claridad, “fueron seis décadas de cine y teatro en la que nos abrazó a todos”.

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