Y comieron perdices

Con buena parte del país sin poder recuperarse de la sorpresa que generó el resultado electoral, una semana después de las primarias parecía que el debate más encendido pasaba por el Conicet, nuestra reserva científica, sometida a la amenaza del rayo supresor del líder libertario.

Y mientras los medios hacían cuentas sobre cuánto le sale a cada argentino mantener a un investigador, llegó el anuncio del noviazgo entre Javier Milei y Fátima Florez y toda la agenda anterior se fue al demonio.

El staff de Espectáculos buscó al de Política y juntos comenzaron a escribir la nueva página y a organizar la discusión, ¿amor o estrategia electoral?.

En el primer bando se anotaron los muchos seguidores de la imitadora y los que todavía son capaces de creer que un romance puede surgir espontáneamente en cualquier etapa de la vida.

El resto reúne a escépticos, anti libertarios y los que están convencidos de que si el ganador de las Paso quiere sentarse en el sillón de Rivadavia, necesita la cuota de respetabilidad que sólo proporciona un matrimonio convencional.

Es que no importan demasiado los cambios ocurridos en el seno de la sociedad. Podrán ser los presentes tiempos de poliamor, de parejas abiertas y géneros fluidos pero a la hora de considerar las posibilidades de un candidato presidencial los encargados de su imagen se declaran devotos de una pareja tradicional.

La teoría es que en esa materia los ciudadanos nos comportamos como niños necesitados de protección y de una guía clara y un presidente casado parece más responsable que uno soltero.

Desde esa perspectiva, para construir el camino hacia la Rosada Milei debería sacrificar algunas de las ideas que manifestó hasta el mes pasado. Entre ellas esa de que el matrimonio es anti libertario porque constituye un contrato de por vida y "tenía algún sentido cuando la gente vivía 25 años pero jamás ahora que cualquiera llega a los 80".

Al fin de cuentas, y aunque los asesores pregonen lo contrario, Carlos Menem, un ex presidente que Milei admira, logró la reelección después de un resonante divorcio cubierto por la televisión que no se privó de transmitir en directo la salida del camión de mudanzas que se llevaba de Olivos hasta la última banqueta de Zulema Yoma

Y esa misma noche el hijo del jefe de Estado apareció en el programa de TV más visto para solidarizarse con su madre y criticar duramente a su padre. Y no pasó nada. La popularidad de Menem todavía crecía.

Carlos Menem y Zulema Yoma, cuando aún estaban casados.

Falta desandar un largo e intrincado camino para saber si Milei se convertirá en presidente y Fátima en primera dama, pero la pareja picó en punta.

Si llegan, enfrentarán nuevas pruebas. Preservar esa clase de relación suele ser un auténtico desafío para los que viven en el corazón del poder.

Sanna Marin fue designada primera ministra de Finlandia, el país más feliz del mundo, su gestión tuvo altos índices de aprobación pero su matrimonio, en apariencias perfecto, duró menos que su mandato.

Claro que ella y Markus Raikkonen, su ex, pertenecen a la generación de la transparencia.

Sanna Martín se separó de Markus Raikkonen

Lo clásico es resistir hasta el final y los que militan en ese sector tienen como ejemplo a la pareja Clinton - Hillary que se mantuvo unida aún cuando el romance del presidente con una pasante lo hizo pasar por el infierno de un impeachment.

Hilary y Bill Clinton

Los encargados de analizar la conducta de los electores sostienen que cuando Bill reinaba en la Casa Blanca el público valoraba que, pese al engaño, Hillary continuara a su lado. El problema es que cuando ella se postuló la gente había cambiado y respaldaba más la honestidad de cortar una relación que mantenerla contra viento y marea.