El rumbo de la Argentina
27/05/2020 | 14:20 | En Venezuela es más fácil para un autócrata quedarse con el monopolio de los dólares. Acá un Chávez entraría en crisis grave en poco tiempo. Él mismo sería su primera víctima.
¿Es posible que Argentina llegue a convertirse en Venezuela, como teme Susana Giménez? Sí. Casi todo es posible. Pero, ¿es probable? Difícil decirlo. Eso depende de demasiados factores.
Pero hay una diferencia bien, bien marcada entre ambos países, que seguramente haría muy difícil crear “Argenzuela”.
El chavismo existió porque Hugo Chávez tuvo mucha plata y no dependió de nadie para conseguirla. Y eso fue posible por una característica muy propia del país caribeño, que no existe en Argentina.
En Venezuela la canilla de los dólares es una sola: Pdvsa, la petrolera estatal. El presidente que la agarra, agarra todo. Y ese negocio tiene una característica: hay que invertir mucho al principio (exploración, puesta en marcha de los pozos, ductos, barcos, refinerías) y luego se puede producir y exportar por varios años invirtiendo menos. Sin poner un peso, podría decirse, los dólares siguen entrando. A una billetera única.
En Argentina, en cambio, esa canilla única de dólares no existe. Para que ingresen dólares a la Argentina es necesario que haya más de 100 mil empresas que se encargan de sembrar, cosechar, transportar y procesar los granos. No puede hacerlo una sola firma.
A esas empresas un gobierno no las puede destruir a todas de un saque ni el Estado les puede confiscar la totalidad de los dólares, porque es necesario que sí o sí inviertan y trabajen todos los años para que haya granos. Si no se siembra, no se cosecha. No hay nada que exportar. No hay dólares. Fin de la historia.
Encima, Chávez tuvo doble suerte. Cuando asumió en 1998 el petróleo Texas estaba a menos de 10 dólares el barril. Y desde ese instante nunca paró de subir hasta superar los 130 dólares, el precio más alto de toda la historia, en 2008. Hoy no hay ninguna perspectiva de que en el futuro el valor de los granos pueda tener un comportamiento siquiera parecido.
La otra suerte de Chávez fue que la república que él destruyó le había dejado un capital gigantesco: las reservas probadas más grandes del mundo, una Pdvsa moderna, una flota petrolera enorme e inversiones tremendas como la refinadora y cadena de estaciones de servicio Citgo en Estados Unidos.
Por eso, cuando Chávez asumió, Venezuela justo produjo su récord histórico: 3,5 millones de barriles al día. En 2019, luego de 23 años de desinversión y delirio, se estima que produjo 700 mil barriles diarios. El menor nivel en 90 años. Hace rato que, sin plata, el régimen sólo se sostiene con represión, mucha pobreza y liquidando la democracia.
En definitiva, Chávez pudo financiar el chavismo por muchos factores. Uno, fundamental, fue que tenía en su billetera todos los dólares de una Venezuela rica a la que llevó a la miseria.
No todos los políticos argentinos tienen el cerebro de Einstein, pero no hace falta tanto para darse cuenta de que llevar por ese sendero a la Argentina, hoy, no sería viable. La quiebra económica, política e institucional no demoraría nada en llegar.
No tiene gracia hacer chavismo sin plata: nadie podría reinar más de una década, como Chávez. Al cabo de un año, dos como mucho, el tonto que quisiera hacer bolivarianismo rotoso debería empezar a reprimir y terminar de destruir el país. Sólo a algún político demasiado estúpido puede interesarle semejante plan: él mismo sería su primera víctima.