La quinta pata del gato
24/11/2020 | 13:29 | A medida que se acerca la posibilidad de una vacuna, se tensa la competencia. Los anuncios de los laboratorios se aceleran. Expertos advierten: ojo con la confianza.
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Ya no hablamos casi de las cifras del coronavirus, ¿no? Argentina sigue ahí, quinta entre los ocho países con más muertos por habitante, en un cuadro que parece, calcado, los cuartos de final de un Mundial de Fútbol: Bélgica, Perú, España, Italia, Argentina, Inglaterra, Estados Unidos y Brasil.
Es que ya vamos por la segunda ola. La sensación es: asta de cronicar el drama. Ilusionémonos con la única solución. Y entonces hablamos de la vacuna.
Y los laboratorios no se hacen desear. Cada vez con más frecuencia los 9 laboratorios más afamados de Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido y Europa van sacando anuncios cuya primera motivación, más que sanitaria, es económica y geopolítica. El último fue el ruso Galamaya. Acaba de anunciar, hace un ratito, que su vacuna Sputnik mostró una efectividad de 95%. Bancado por el gobierno de Vladimir Putin, los anuncios rusos dan la impresión de buscar fines más políticos que económicos. Todo muy ruso.
En cambio, los anuncios de los estadounidenses Pfizer y Moderna, o los europeos Oxford-AstraZeneca, parecen mirar más a las cotizaciones bursátiles.
El impacto económico va muchísimo más allá de las acciones de cada laboratorio, del negocio involucrado en cada vacuna en sí. La verdadera cuestión es mucho mayor: recié cuando haya vacuna se podrá bocetar una nueva normalidad. Y recién ahí industrias gigantescas y muy golpeadas -las del petróleo, la del transporte, la automotriz, la turística, la educativa, la del desparcimiento, la del espectáculo, la deportiva- van a poder empezar a tantear si tienen futuro. Por eso con cada anuncio se mueven más las cotizaciones del crudo que las de las acciones de los laboratorios.
También la geopolítica mete la cola. El coronavirus cayó sobre un mundo que estaba reacomodando sus liderazgos, el prestigio de los países y la confianza en sus economías. Hay una guerra apenas disimulada entre Estados Unidos, Rusia y China por cantar primero. Sólo un ejemplo: los servicios de inteligencia británicos dicen que hay un incesante intento de hackeo de laboratorios ingleses por parte de organizaciones ligadas a Rusia.
Mientras, los anuncios tienen mucho de todo eso y casi nada de sanitario. Y los expertos advierten que tanto ruido con pocas nueces -las primeras vacunas podrían estar aprobadas en enero, con suerte- puede incrementar la desconfianza de la población, las teorías antivacunas y las visiones conspirativas. Y eso podría llevar a que, cuando estén listas, millones de personas no se vacunen. Lo cual sería una catástrofe porque, como explican los que saben, la inmunidad por vacunación es más efectiva cuanto más universal es su cobertura. Si eso sucediera, tendríamos la vacuna para el virus, pero nos faltaría entonces la vacuna para la racionalidad humana.