Noticia: la salud cuesta
16/12/2020 | 13:09 | Ya hay grito en el cielo porque las vacunas llegarán antes a los países ricos. Y sí: ellos pusieron la plata. Y semanas antes o semanas después, nos beneficiaremos todos.
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La vacuna contra el Covid19 ya abrió una nueva discusión en el mundo: si es justo o no que la vacuna llegue antes y en mayor cantidad a los países ricos, postergando a los países más pobres.
En Argentina la discusión despunta por un hecho extra: el repentino problema para que Pfizer provea su vacuna, luego de haber hecho testeos con voluntarios argentinos y sin que haya hasta ahora una explicación cierta.
En su edición de ayer, justamente, el New York Times publicó un informe que muestra eso: cuanto más rico un país, más vacunas ha podido reservar para su población.
En la punta está Canadá, que les puso millones y millones de dólares a los principales laboratorios en pugna y ya se reservó dosis suficintes para vacunar a seis veces su población.
En la escala siguen los malos de siempre: Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea, Australia, Chile, Israel, etcétera. Chile, por ejemplo, podría vacunar casi dos veces y media su población con las dosis que ya compró por anticipado a varios laboratorios.
Argentina anda por el medio en la estadística del New York Times, basada en un estudio de la Universidad Duke. Ha reservado para la mitad de su población. Los países más pobres apenas van a tener al principio para el 20% de sus poblaciones.
Obviamente, el tema reaviva el debate sobre el acceso a la medicina y la inequidad global. Y la discusión se pone política. Los chinófilos remarcan que China ha dicho que su vacuna estará a disposición de todos los pobres (aunque, claro, su efectividad sería menor y vendría más atrasada que las vacunas occidentales). Los rusófilos dicen que Rusia será la generosa salvadora de los pobres. Habrá que verlo. Mientras tanto, ante tanto criticismo automático, cabe hacer una salvedad.
Primero: las vacunas que primero están disponibles, y que parecen ser las más efectivas en los estudios previos, por ahora, Pfizer y Moderna, se han desarrollado en Estados Unidos. Ha sido hasta ahora el centro mundial de la diabólica industria de los laboratorios que nosotros tanto criticamos y se banca con el despiadado sistema de salud privado estadounidense que también criticamos porque no es semigratis como el nuestro. La diferencia es que ese sistema, así neoliberalmente financiado, es el que desarrolla los medicamentos, de los que después nos beneficiamos todos.
Segundo: esos mismos países invierten eficientemente fondos públicos desde hace décadas en investigación; el mismo Estados Unidos, y tal vez más la Unión Europea, Japón, China o Rusia. Si fuera por nosotros, por ejemplo, tendríamos que esperar a que el Conicet desarrollara una vacuna.
Tercero: países como Canadá no desarrollan la vacuna. Pero con sus pedidos multimillonarios anticipados han ayudado a acelerar el desarrollo de la vacuna. Eso también beneficiará a todos.
Cuarto: aún así, las Naciones Unidas (con fondos de los países ricos) y fundaciones de los países ricos (como la de Bill Gates han comprado ya 700 millones de dosis para países pobres.
Si uno tiene en cuenta todo eso, entonces el mundo deja de parecer tan injusto. Al fin de cuentas, en el peor de los casos, tendremos la vacuna un par de meses más tarde que los ricos y más barata. Y seguramente no nos alcanzará para vacunar seis veces a cada habitante, como a Canadá, pero cubriremos a los principales grupos de riesgo.
El mundo es mucho más colaborativo de lo que pensamos cuando no pensamos.