Agro
01/11/2011 | 16:08 | A partir de un convenio con el CEAMSE, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA están sembrando cultivos que se adaptan a sitios marginales para la agricultura y permitirían producir bioetanol.
Un equipo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) está trabajado junto al CEAMSE para generar biocombustibles de segunda generación a partir de cultivos sembrados en rellenos sanitarios. El proyecto también involucra la implantación de césped en estos espacios para desarrollar áreas de recreación y prevé expandirse a especies forestales y arbustivas.
La experiencia entre la FAUBA y el CEAMSE comenzó hace tres años en el Complejo III, ubicado en el camino de Buen Ayre y Panamericana. Durante una primera etapa, los científicos logaron procesar hasta 2000 toneladas mensuales de residuos orgánicos provenientes de podas del conurbano bonaerense, con los cuales hicieron compost, generaron fertilizantes y sustratos para la floricultura y la horticultura y recuperaron suelos degradados.
Estos trabajos sentaron las bases para avanzar en una segunda etapa del proyecto, que incluye la siembra de cultivos no tradicionales para producir bioetanol (sustituto de la nafta), en áreas cerradas del relleno sanitario de Villa Dominico, partido de Avellaneda, que no pueden ser usadas con especies destinadas a la alimentación.
“Avanzamos con el estudio de dos cultivos ligno-celulósicos (Panicum virgatum y Pennisetum purpureum Schum), que se caracterizan por su adaptación a diversas condiciones edáficas y climáticas, su alta capacidad fotosintética y su resistencia a sequías. Además, tienen excelentes índice de conversión de materia seca a etanol (250-400 l mg-1)”, explicó Marta Zubillaga, docente de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de la FAUBA, responsable del proyecto junto con Silvia Ratto, de la cátedra de Edafología.
Asimismo, se está gestionando la importación de la especie Miscanthus x giganteus, que ya mostró respuestas muy favorables en diversos países y que se adaptaría a las condiciones de los rellenos. “La dificultad es que no se comercializa en Sudamérica y se importa en volúmenes que superan ampliamente las demandas del ensayo de la facultad”, agregó Zubillaga.
“Después de muchas averiguaciones, finalmente conseguimos contactarnos con un proveedor que accedió a donarnos tres rizomas de Miscanthus. Estamos haciendo todos los trámites en el SENASA para introducirlos al país, multiplicarlas con la técnica de micro propagación y sembrarlas en parcelas experimentales”, dijo Ratto. “Estamos particularmente interesados en trabajar con esta planta porque, con más de dos metros de altura, produce mucha biomasa”, apuntó.
Según la docente de la FAUBA, “lo importante es pasar del biodiesel generado con granos (que podían servir como alimentos), a la utilización de la celulosa, a la parte verde de la planta, que no es comestible”.
“Además, la iniciativa permite aprovechar un área que no se utiliza para la producción de alimentos, como sucede con el relleno sanitario, y destinarla a un cultivo proveedor de energía, que no implica riesgos para la salud humana. Al mismo tiempo, la planta que crece en ese sitio también ayuda a regenerar el ambiente”, resumió.
Otra alternativa para la utilización de áreas de relleno sanitario es el desarrollo de paquetes tecnológicos para la implantación de especies forestales, arbustivas y cespitosas en aéreas de recreación. “Hemos comenzado a hacer ensayos in situ, implantando especies cespitosas tropicales para estudiar su adaptación al medio y la posibilidad de uso del relleno cerrado para canchas de golf. Esta opción ya fue probada y se está difundiendo en el sudeste asiático”, dijo Zubillaga.