Elecciones 2023
09/10/2023 | 01:24
Redacción Cadena 3 Rosario
Agustín Dadamio
El segundo debate presidencial fue, tal como se esperaba, algo más subido de tono que el primero en Santiago del Estero. La performance de los cinco candidatos fue diferente en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Esta vez, como en el Forum, muchas de las cosas que sucedieron quedaron fuera de lo que la televisión mostró.
El primer momento llamativo del debate tuvo lugar cuando los invitados se acomodaban en el salón. José Luis Espert (Juntos por el Cambio) iba a sentarse en la segunda fila del auditorio cuando observó que allí estaban sentados, hasta ese momento, todos referentes libertarios. Visiblemente dubitativo, esperó a que se sentara a su lado Diego Santilli -de su mismo signo político- para quedarse en ese lugar.
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Pero si los lugares son el eje, hubo un espacio vacío que no pasó desapercibido. En uno de los sectores del frente, donde estaba la cúpula de Juntos por el Cambio, durante todo el debate hubo un asiento vacío. Al lado estaba ubicado Horacio Rodríguez Larreta, y bien podría pensarse que en ese lugar sin dueño pudo haber estado Mauricio Macri. El expresidente se ausentó en el auditorio, pero estuvo en el edificio de la UBA.
En el bloque de seguridad unas cuatro veces los candidatos a presidente nombraron a Rosario. Muy cerca de los moderadores estaba sentado Maximiliano Pullaro, que parecía el centro de la escena cuando del tema se hablaba. Lejos de esas miradas, quien se mostró más sólida y combativa en ese segmento fue Patricia Bullrich. No dudó en exponer a Sergio Massa y confrontó con Javier Milei.
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Ya en el eje “trabajo y producción”, Massa fue blanco de sendos ataques, que resolvió con cierta incomodidad, pero con capacidad de resolución al fin. En ese pasaje del debate, quien bajó el tono fue Milei. También hubo tiempo para risas cuando Juan Schiaretti habló de las reservas de divisas del país y dijo que Argentina estaba “menos diez, como en el chinchón”.
Minutos después hubo un momento de desorden. Milei fue contra Bregman, que dijo que el libertario estaba “chistoso”, pero cuando no le correspondía su turno. Allí el economista arremetió y pidió que le den los segundos que la candidata de izquierda le había quitado. Eso, sumado a otros cruces, elevó el bullicio en el auditorio, y el moderador Marcelo Bonelli debió pedir calma.
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Al finalizar ese bloque, en medio de la pausa televisiva, se dio una animada conversación entre Daniel Scioli (Unión por la Patria), Federico Pinedo (Juntos por el Cambio) y Guillermo Francos (La Libertad Avanza).
En el segundo bloque, Bregman hizo estallar de risa una vez más al auditorio cuando dijo que Milei había armado su exposición sacando información de Yahoo respuestas. Luego Bullrich le aclaró a Massa que las mujeres no necesitaban que él las defienda (instantes antes, el ministro había cruzado a Milei y lo había tildado de machista y autoritario cuando éste descalificó a Bregman). El exintendente de Tigre, lejos de polemizar, asintió con su cabeza.
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En las preguntas cruzadas aparecieron algunas duras acusaciones. Milei tildó a Bullrich de “asesina”, aludiendo a su pasado en la organización Montoneros. Bregman le reclamó a Massa no haber nombrado a la izquierda a la hora de proyectar un gobierno de unidad nacional. El ministro de Economía, en ese momento, sonrió compinche.
Y en ese pasaje del debate comenzó a verse con más frecuencia un llamativo accionar de Bullrich: de ratos se pasaba una servilleta por los ojos. Luego del evento se supo que tenía una irritación que la aquejaba. En Santiago debatió engripada.
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Cuando faltaba solo el minuto de cierre, se dio una situación muy especial. El primero en ocupar su atril fue Milei. Pasaban los minutos y el resto de los candidatos no aparecía en escena. Como una casualidad del destino, el candidato que manifestó incansablemente su desprecio por los políticos –los denominó “casta”-, miró a su alrededor, y con una incómoda sonrisa, suplicó a sus pares: “No me dejen solo”.
Quedó tiempo solamente para las palabras de cierre de cada candidato. El debate, finalmente, se dio de mayor a menor. Comenzó con tonos firmes y entredichos y se diluyó con preguntas que quedaron sin respuestas. La última palabra la tendrá la ciudadanía, que definirá los destinos del país el próximo domingo 22 de octubre, en las urnas.
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