Alerta sanitaria
21/03/2024 | 14:34
Redacción Cadena 3 Rosario
Agustín Dadamio
Luego de ir ganando terreno poco a poco, año tras año, el dengue se convirtió en una enfermedad central en la agenda sanitaria argentina. La cantidad de casos, la gravedad de algunos cuadros y la falta de certidumbre sobre cómo frenar el brote dan forma a un panorama epidemiológico complejo. En medio de la escalada de contagios en distintas provincias, se enciende una señal de alarma: mientras más personas contagiadas haya, más graves pueden ser los casos.
El último boletín epidemiológico nacional (del pasado domingo 17 de marzo) informó que se registraron en Argentina 120.007 casos de dengue: 109.313 sin antecedentes de viaje (autóctonos), 3.917 importados y 6.777 en investigación. Del reporte se desprende una estadística que marca que hubo 248 casos graves y 79 fallecidos.
En algunas de las 19 jurisdicciones nacionales que reportan contagios hay preocupación. Córdoba refleja una postal de guardias colapsadas por consultas, al tiempo que Santa Fe –por citar a dos de las provincias más importantes en materia demográfica- experimenta un cambio de raíz en materia epidemiológica.
“Este año se adelantó el brote. Y hay una mayor distribución y casos de dengue. Al haber más casos, hay mayor probabilidad de que haya cuadros más graves y más fallecidos”, aseguró Carolina Cudós, directora de Epidemiología de la provincia de Santa Fe.
La médica infectóloga y microbióloga dijo a Cadena 3 que –lejos de lo que se preveía tiempo atrás- el dengue es “una enfermedad democrática”, porque “afecta a cualquier clase social por igual”, puesto que golpea a todas y cada una de las zonas de las ciudades. Es más, el nivel de daño de la patología se expandió más allá de las fronteras de las provincias que normalmente eran el epicentro de los principales brotes. “Antes había más casos en el Norte, ahora los hay en la Patagonia, hay casos autóctonos en provincias con climas fríos y secos. Vemos cada vez más casos en todos los lugares del país”, alertó.
En territorio santafesino, puntualmente, solían tener epidemias controladas, con números de contagios limitados. El estado de situación fue mutando: en 2023 aumentaron la cantidad de casos, la gravedad de los pacientes y el número de muertes. Y en 2024 la estadística ascendente se repite. “Estamos viendo ahora lo que sucedía en Brasil o en el sudeste asiático. Por la cantidad, no porque el virus haya mutado”, especificó.
Matías Apa, médico veterinario y magíster en Salud Pública, afirmó que el cambio climático transformó las condiciones para el desarrollo del Aedes aegypti y, por ende, facilitó la transmisión del dengue. Sin embargo, el dato más llamativo es que entre el mosquito y el ser humano hay una relación de dependencia inquebrantable.
“Hay que juntar lo biológico y lo social. El mosquito es sinantrópico, su desarrollo de vida y crecimiento poblacional tienen que ver con una actividad humana a la que se acopla para desarrollarse. Las mosquitas hembras, que son las que pican, a partir de la sangre humana desarrollan sus huevos para reproducirse. Por eso el mosquito crece y vive en torno a las personas”, precisó a Cadena 3 el docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
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En cuanto a la modificación de las características naturales y climáticas, Apa coincidió con Cudós y precisó: “Estamos frente a un cambio climático que va modificando las condiciones de la naturaleza. Esto es favorable a la reproducción del mosquito en zonas cada vez más amplias del país”.
Ante la diversidad de la intensidad del daño que provoca el dengue sobrevuela una idea que sostiene que la reinfección o coinfección (de dos serotipos) son garantías de cuadros graves. De todas maneras, el concepto deja afuera la posibilidad de afecciones graves ante la primera infección.
“Lo de la reinfección todo el mundo lo tiene en la cabeza y no sucede siempre así –desmintió Cudós-. Hay pacientes con una primera infección con dengue con casos graves, y sabemos que hay gente que se contagia más de una vez y todos los cuadros son leves. Que una persona tenga dos veces dengue no quiere decir que va a morir. Puede tenerlo una vez y padecer un cuadro grave”.
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En ese sentido, la funcionaria del Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe profundizó: “Hay personas con factores de riesgo o condiciones de riesgo -como embarazos o edades extremas de la vida- en las que el dengue evoluciona peor. Pero hay gente sana y joven con cuadros graves. Al dengue no hay que subestimarlo nunca”.
Actualmente en la provincia no se realizan testeos para dar con pacientes que experimenten el dengue de forma asintomática, pero en los pasillos del área sanitaria provincial saben que los casos asintomáticos representan “un número muy importante”.
La recomendación oficial es no autodiagosticarse y acudir a un médico ante los siguientes síntomas: fiebre, cefalea, dolor de cuerpo, dolor abdominal, diarrea y cansancio, entre otros. En cuanto a la vacunación, Cudós pidió que cada paciente consulte de forma particular con su médico de cabecera.
En Rosario, por ejemplo, el Colegio de Farmacéuticos indicó que en las últimas semanas recibieron nuevas partidas de dosis de la vacuna contra el dengue. El costo de la dosis (se coloca una inicial y otra luego de tres meses) ronda los 70 mil pesos y no cuenta con cobertura por parte de la mayoría de las prepagas y obras sociales.
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En un contexto de diversidad en la gravedad de los casos y con reportes epidemiológicos que muestran que los contagios crecen semana a semana, Cudós advirtió: “Hay que evitar la epidemia y la forma endémica. Cuantos más casos de dengue hay, más casos complicados puede haber”.
Florencia tiene 34 años, vive en Rosario y hace poco más de 15 días se topó con un malestar impropio de su condición de salud. Acudió a un médico y se encontró con el motivo de sus molestias: estaba contagiada de dengue. Y lo padeció.
“Empecé con síntomas gastrointestinales muy fuertes –contó a Cadena 3-. En el transcurso del mismo día empezaron la fiebre y los dolores corporales. El malestar general era similar en un principio al del covid, pero a medida que se desarrolló fue más intenso. Los dos primeros días apenas podía andar, me sentía sin fuerzas, con mucho dolor abdominal y descompuesta”.
“Así la pasé. Luego del tercer día lo que se mantuvo hasta el quinto fue el dolor abdominal y la diarrea. El día seis y siete ya fueron de recuperación de fuerzas. Yo soy una persona muy activa y enérgica pero la descompensación de la semana se hizo sentir. Sé de mucha gente que la pasó peor”, concluyó.
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