Monseñor Eduardo Martín

Entrevista

24/12/2023 | 07:00

La máxima autoridad de la Iglesia Católica en Rosario dialoga acerca de lo que fue este 2023, el año que entra, el momento de la Fe, el fenómeno Leda y una bendición para los fieles.

Redacción Cadena 3 Rosario

Lucas Correa

En la víspera de la navidad, Cadena 3 Rosario dialogó con el arzobispo de la ciudad, Monseñor Eduardo Martín, para hacer un repaso de este movido 2023, el momento de la Fe en la ciudad, el fenómeno Leda y los deseos y bendiciones para lo que viene. 

¿Qué balance se puede hacer de lo que ha sido este 2023, política, económica y socialmente?

Estamos viviendo tiempos difíciles en la Argentina. Yo digo siempre que es un motor de Fórmula 1 pero todavía no se le ha encontrado el punto, ¿no? Para que toda esa potencialidad que tiene pueda un día crecer hacia adelante no sólo económicamente sino también moralmente, socialmente, culturalmente, espiritualmente. Vivimos tiempos difíciles, ciertamente. Llegamos con todos los índices descontrolados hacia fines de año. Un nuevo gobierno que también quiere hacer grandes cambios con un poco de incertidumbre frente a los cambios que propone. Esperemos que todo sea para bien, ¿no? Esto es lo que uno espera. Lo que sí creo que tiene que haber en la Argentina es, por un lado, la búsqueda de soluciones justas a todos los problemas que tenemos y en ese sentido también el respeto a todas las normas, a las leyes, para que el método con el cual busquemos los cambios necesarios sea el medio adecuado. Es decir, ahora, por ejemplo, toda esta controversia con este DNU que ha salido, etcétera, tiene que actuar también el Congreso, creo que todo eso, me parece que es una ocasión para que las instituciones de la democracia funcionen plenamente. Además, también creo que se necesita un gran espíritu de diálogo, porque sin ello no se puede llegar, no se puede imponer. Tiene que haber diálogo, entendimiento, tiene que haber mucha solidaridad, porque evidentemente hay muchos pobres, hay mucha gente que sufre, y entonces tiene que haber solidaridad en la sociedad también. No sólo en los gobiernos, sino también en la sociedad, mucha solidaridad, y creo que eso es fundamental. Evidentemente veníamos de una situación en la que algo tiene que cambiar en la Argentina. Ahora: hay que dejar también lo que está bien, no cambiar todo, ¿no? Entonces, cómo encontrar el punto de equilibrio para que se hagan los cambios necesarios, que nos lleven a una mejor situación y a un camino de bien, y cómo dejar aquellas cosas que están bien, por eso el diálogo, grandeza de espíritu, mucho patriotismo, y también, que las instituciones funcionen realmente.

Y achicando un poco más la mira, acá en Rosario este año, ¿cómo la vieron y qué rol cumplió la Iglesia?

Nosotros como Iglesia tenemos una finalidad religiosa. Esto es lo primero. Siempre tengo que aclarar esto porque a veces ustedes, los periodistas, nos preguntan sobre la cuestión de la Iglesia y la cuestión social y nosotros tenemos una dimensión más profunda que es la dimensión religiosa y por eso en este sentido trabajamos para que las personas puedan encontrarse con Jesús. Esto para nosotros es lo decisivo a corto, mediano y largo plazo, Esto es lo más decisivo. En ese sentido, la Iglesia trabaja siempre y ofrece, quiere ser una madre, quiere ser una Iglesia de puertas abiertas, una Iglesia que cobije, y como dice el Papa Francisco, una Iglesia hospital de campaña. Después hay el compromiso, evidentemente, hacia los más necesitados en las obras de caridad como son el trabajo con las adicciones, los centros educativos en los barrios periféricos, la contención en los centros de vida, la atención de los más necesitados en cada caridad parroquial, es decir, evidentemente que las circunstancias en la Argentina hacen que siempre tengamos que estar trabajando mucho en ese sentido. Pero evidentemente que estos problemas nos superan a nosotros y reclaman el conjunto de la sociedad, por eso yo decía recién el tema de la solidaridad. Creo que en Rosario se manifiesta, hay instituciones también, no sólo de la Iglesia Católica sino de otras Iglesias o tenemos, por ejemplo, el Banco Alimentario Rosario, una cantidad de instituciones que trabajan en esa dimensión solidaria.

Y después ante un nuevo gobierno uno siempre renueva la esperanza en el sentido de que podamos resolver algunos de los grandes problemas que tenemos como el tema de la seguridad, el tema de la violencia. Nosotros queremos la paz y trabajamos cada día para hacer instrumentos de paz.

¿Está más fácil o más difícil para la Iglesia llevar el mensaje de Dios?

Ayer miraba una imagen en un diario: por un lado la calle con navidad, toda la gente comprando, una fiesta, y por otro lado una protesta. Son como los contrastes, ¿no? Los tiempos culturales son arduos, siempre los tiempos han sido difíciles, pero nosotros tenemos una certeza: la certeza es que Dios está en medio nuestro. Esta es nuestra fe y por eso podemos afrontar desde esta certeza las dificultades del camino y por eso podemos tener esperanza y podemos celebrar Navidad aunque haya dificultades. Justamente hay una iniciativa de varios sacerdotes y laicos de todos los años que hacen el 24 la cena para la gente en situación de calle, que es un gesto hermoso, un momento de fiesta, de encuentro. Son signos que nos hablan de algo más y que nos invitan a abrir el corazón a los que más lo necesitan como expresión también del amor de Dios y como reconocer en el prójimo también a ese Cristo que sufre.

Este año fue bastante particular: con la aparición de Leda, polémica en el arranque, después tuvo el visto bueno de la institución, ¿cómo se explica un fenómeno así?

Es un fenómeno que acontece dentro de la Iglesia Católica. Nosotros no somos los dueños de la Iglesia, Dios es el dueño, la Iglesia es de Dios, es del Señor y el Espíritu Santo suscita carismas y dones al Obispo o a la jerarquía de la Iglesia, le corresponde discernir para decir si este carisma viene o no del Señor. Está dando buenos frutos, por eso entonces nosotros lo estamos acompañando a este fenómeno y hay sacerdotes que están acompañando estrechamente y sobre todo porque se invita siempre a encontrarse con Jesús. El centro es Jesús, no es Leda. Ella es el instrumento. Y también como un signo, yo por lo menos lo veo así, como un signo también de esperanza. Vemos tanto sufrimiento, tanta soledad, tantos dolores físicos, psíquicos, dolores espirituales, que para mucha gente es una ocasión para renovar su fe y seguir un camino. Si se queda alguien solamente con que fue una vez a ver a Leda y salió bien, pero después su vida sigue igual… lo importante es que pueda iniciar o retomar un camino de fe cristiana. Es algo que ayuda en medio también de tantas dificultades que padecemos, un lugar también de paz.

Última: deseos personales o como institución también para el 2024 y bendición para nuestros lectores.

A todos los lectores en primer lugar una bendecida y Santa Navidad. Que Jesús habite en los corazones de cada rosarino y rosarina y en cada familia, y experimentar que este niño, justamente como una gran paradoja, nos viene a traer la paz, la libertad, nos viene a traer la salvación, nos viene a traer el perdón de nuestros pecados, nos viene a traer su misericordia. Él es la única esperanza del mundo, verdadera. Que acojan a Jesús, acogerlo en el pesebre y que esté en el corazón de cada uno. Éste es el punto decisivo. Vos pensá esto: hoy estamos celebrando dos mil años después del nacimiento de este niño. Es algo único porque cambió la historia: antes de Cristo y después de Cristo, y por eso es el Redentor de todos los hombres.

Y el deseo desde esta Fé y desde esta certeza de la presencia de Jesús, que sea un año nuevo que podamos transitar en paz, con sacrificio (seguro, porque todo avizora que va a ser un año difícil) pero que podamos tener la esperanza de pasar este tiempo difícil y lleguemos a una situación más justa, más fraterna, más en paz.

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