¿Nacemos con empatía o se aprende?

El sábado 14 de septiembre, se llevará a cabo en el complejo La Serena, San Antonio de Arredondo, Córdoba, el V Congreso Internacional de Crianza Respetuosa y Educación Emocional.

Del mismo participarán prestigiosos exponentes como el médico pediatra Enrique Orschanski, Diego D´Angelo, Lucas Malaissi, Flavia Nieto, Daniela Ramos, Carolina Molina, Lucas Raspall, Carmen Pujol y María Fernanda Iroume.

En el encuentro los diferentes expertos compartirán sus conocimientos sobre infancias, nutrición, conexión en el aula, educación emocional en personas neurodivergentes y con TDAH, herramientas para una educación no violenta, etc.

En este marco, desde Diversidad conversamos con Daniela Ramos y Flavia Nieto, organizadoras del evento, quienes también disertarán sobre los cambios en el paradigma educativo y le preguntamos cuál es la clave para enseñar empatía. ¿La empatía, se enseña o nacemos empáticos?

Al respecto, Daniela explicó que los niños aprenden a respetar siendo respetados. "Un niño aprende a empatizar, habiendo sido escuchado y validado, cuando sus emociones han sido acompañadas sin juzgar y sin ser etiquetadas", detalla.

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En ese sentido, advierte que un adulto será capaz de empatizar con un niño/a y un adolescente "cuando comprenda de los desarrollos fisiológicos de cada edad, cuando sus expectativas sean reales al niño que tiene al frente y no sean proyecciones de su infancia herida". 

Para Daniela "nacemos con la capacidad innata de ser empáticos, pero es algo que se irá desarrollando en familia con el tiempo y el modelamiento adulto". "No puedo enseñarle a mi hijo ingles si no se hablar primero yo el idioma, lo mismo sucede con las habilidades socioemocionales, debo aprenderlas yo como adulto cuidador para poder ayudarlo a desarrollarla al niño", remarca.

¿Qué es la empatía?

"La empatía es una de las tantas habilidades socioemocionales que podemos aprender de la mano de la Educación Emocional y las Neurociencias", explica Ramos.

Se trata de la capacidad de ponernos “en el lugar del otro”, de reconocer sus sentimientos y validarlos, sin minimizarlos ni juzgarlos. "Comprendemos la emoción de la otra persona, aunque nosotros no estemos sintiendo lo mismo", grafica.

Y asegura que "para vivir en una sociedad más pacífica y justa necesitamos desarrollar nuestras habilidades socioemocionales y entre ellas está la empatía".

Las personas empáticas hacen que los obstáculos entre nosotros y en nuestros vínculos sean menores, si puedo ser consciente que hay un otro diferente, que también tiene necesidades y sentimientos (que muchas veces son diferentes a las míos) viviremos en una sociedad mejor para todos, más respetuosa y armónica. 

"Desde la crianza respetuosa y la educación emocional esto es muy importante y vale aclarar que las emociones y las necesidades se validan siempre, pero los comportamientos inadecuados se corrigen y se limitan, sino tendemos a pensar que la crianza respetuosa es permisiva o negligente", advierte.

¿Qué es la crianza respetuosa y la educación emocional?

La crianza respetuosa propone un cambio de mirada hacia el vínculo con niños y adolescentes, entendiendo que cada uno de ellos es un sujeto de derecho y merece el mismo respeto que cualquier adulto.

Se apoya principalmente en la Teoría del Apego, de John Bowlby, para comprender las necesidades reales que tenemos en nuestros primeros años de vida y que forman la base de nuestra psiquis. Así como también, las Neurociencias aportan desde su lugar, el poder comprender los diversos estadios de desarrollo cerebral, permitiéndonos comprender lo esperable a cada edad y desterrar muchas de las expectativas erradas que los adultos tenemos frente a los niños y adolescentes.

La Crianza Respetuosa propone una nueva manera de vincularnos, desde el amor y el respeto, acompañando los procesos únicos de cada ser humano, comprendiendo al aprendizaje como un proceso continuo, donde el error no está penalizado, sino que es corregido desde la empatía adulta. 

La Educación Emocional es la herramienta mediante la cual podemos aprender a reconocer qué sentimos, ponerles nombre a nuestras emociones y adquirir nuevas maneras de gestionarlas.