Un viaje al pasado y turismo religioso en La Caldera

En Salta hay un pequeño pueblo escondido a 25 kilómetros de Capital, con un camino serpenteante. Pasando Vaqueros, se siente la paz de La Caldera, un pueblo de 6 mil habitantes, con antiguas casonas de paredes de adobe y techos a dos aguas, lo que lo convierte en uno de los pueblos mejor preservados de la provincia.

La iglesia, construida por los Jesuitas en el Siglo XVII, se ubica al costado de un antiguo camino del Inca.

¿Qué hacer en éste pueblo?

Una cabalgata, de 2 horas por $400 por los cerros, las Yungas, los arroyos y desde lo alto ver la ciudad de Salta. O bien hasta el Cristo Redentor penitente, una escultura de 26 metros de alto, obra del tucumano Juan Carlos Iramaín.

Las cabalgatas las realiza la Escuela Ecuestre Santo Cura Brochero, cuyo director es el presidente de la Cámara de Turismo de la Caldera, Rafael Gitián. El funcionario adelantó que los caballos fueron recuperados de los carreros.

Otra opción es una caminata entre senderos hasta el Cerro de la Cruz desde donde se ve el dique y todo el valle.

Se puede almorzar a orillas del dique Campo Alegre, en el restaurante Sabor a Pejerrey por un precio de 550 pesos para dos personas: incluye entrada de empanadas, pejerrey a la romana, o al roquefort, a la mostaza, o suflé con guarnición, más bebida y postres regionales.

Hoy, La Caldera tiene el 100% de la capacidad hotelera tomada. La propuesta son cabañas o la Hostería de La Caldera que tiene una suite con hidromasaje por 2.400 pesos; o departamentos para 4 o 5 personas por 2.750 pesos.