¿A dónde nos lleva Cristina?

Destituyentes. Lo dijo en 2010 y lo vino repitiendo.

Eso eran para Cristina Fernández los sectores de la oposición, orgánica e inorgánica, que le cuestionaban medidas o decisiones.

Hoy es ella la que está en el ojo de la tormenta.

Y nadie, absolutamente nadie, alcanza a percibir hasta dónde llegará. Porque está muy claro que la señora no da puntada sin hilo.

Al frente, el Presidente parece ya demasiado desgastado, atribulado.

Todos los días suspende un acto, aunque dicen que está de nuevo manteniendo reuniones con Cristina, con Sergio Massa.

Fue Cristina la que no quiso que prosperara la jugada de Massa de ser una especie de superministro. Habíamos anticipado el viernes anterior a los cambios de gobierno que Massa quería, pero nos preguntamos dos cosas: si podía o si lo iban a dejar.

Cristina entendió que un Massa con poder era demasiado pesado para soportar.

Cuando Alberto Fernández vio que si avanzaba en el proyecto de Massa, Cristina iba a quedar definitivamente en frente, recogió el barrilete.

Por ahora, Massa no va a tener que mudarse. Se quedaría en Diputados y listo.

La segunda parte comenzó cuando lo que iba a ser una reconfiguración del gobierno terminó en apenas un cambio de ministro.

Solo eso –poco para la crisis, con una figura muy liviana, sin volumen político– para satisfacer a Cristina no termina de cerrar la brecha.

Silvina Batakis no tiene ese peso fuerte que parece necesario para la profundidad de la crisis.

Apenas hasta ahora se ha mostrado un poco más comunicativa que su antecesor, Martín Guzmán, pero sus definiciones de fondo han quedado en títulos que abajo muestran poco.

No hay que equivocarse: Cristina logró recuperar la centralidad política, pero no es allí donde quiere quedarse a vivir.

Con su lengua y su dialéctica es capaz de hacer hocicar a un gobierno, aunque sea el suyo.

Y no le importa dejar sembrada cualquier sospecha, como decir: “Cualquiera puede leer mi celular. No sé si todos pueden decir lo mismo. Lo que está en mi celular puede ser visto y leído por todos y todas”. ¿A qué se refería? A que Alberto anda a las deshoras chateando y en el medio se habla sobre cuestiones íntimas.

Quién sabe si quedó todo allí. O si Cristina nos lleva a situaciones impensadas. Este viernes, cuando hable en su lugar en el mundo, El Calafate, tal vez tengamos una pista.