Alboroto en el buenismo

Está escandalizado el buenismo en Argentina. Es por la propuesta de dos legisladores porteños de Republicanos Unidos, el partido de Ricardo López Murphy, que quieren que la ciudad de Buenos Aires empiece a mandarles las facturas a los gobiernos provinciales cuyos ciudadanos van a las escuelas y los hospitales porteños. Obviamente la más afectada, si esto se hace, sería la Provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof. Así que los progresistas K han saltado como leche hervida. Para ellos los legisladores que proponen esto son unos desalmados miserables, unos malos insensibles dispuestos a castigar a los pobres aunque, insistimos, no es que quieran cobrarle por ejemplo a un chico de La Matanza que va a la secundaria pública porteña, ni a las mamás de Quilmes que van a dar a luz a un hospital público porteño, sino al gobierno de Axel Kicillof que no se hace cargo de brindar los servicios que debe.

La medida es controvertida. Aunque tiene su razonabilidad política. Al fin y al cabo, Kicillof, sus ministros, y los sindicatos estatales K se la pasan diciendo que Horacio Rodríguez es un neoliberal que quiere destruir el Estado, privatizar las escuelas y saquear la salud pública. Además forzaron a la Nación a manotearle de prepo la coparticipación a Larreta para darle el dinero a Kicillof. Pero resulta que los ciudadanos del conurbano, manejado desde hace décadas por el populismo progre, tienen que ir a la Capital Federal si quieren una educación o una salud más o menos. Es más, hay distritos como La Matanza que inflaron sus habitantes para cobrar más coparticipación y aún así son incapaces de brindar los servicios públicos con los que se llenan la boca.

La discusión resuena más allá de la Capital Federal. La Municipalidad de Córdoba mantiene un hospital de Urgencias que atiende a cordobeses que no pagan impuestos en la ciudad. Y por eso la Provincia compensa al municipio. Y argentinos que viven en varias provincias del norte y el oeste vienen a atenderse a los hospitales cordobeses gratis. Algo que también sucede por ejemplo en Santa Fe con argentinos del litoral.

¿Quiénes son los miserables? ¿Los gobiernos que tienen algún servicio público mejorcito para ofrecer o los gobernadores hipócritas que hace décadas reciben fortunas de la coparticipación y la queman en clientelismo político, dejando que otras provincias les atiendan a sus ciudadanos mientras ellos siguen desadministrando el desastre?

Piénselo, antes de decidir quiénes son los buenos y quiénes los malos.