Con tarjetear ya no alcanza

Cuando se repasan los datos del informe correspondiente al mes de abril del Centro de Almaceneros de Córdoba no llama la atención que alrededor del 90% de las familias cordobesas deban financiar la compra de alimentos. El dato se repite prácticamente invariable en el último semestre.

En el sondeo que hace la entidad sobre variables relacionadas al consumo, mes a mes pregunta si en el hogar debieron recurrir al financiamiento (diferir el pago) para comprar alimentos.

En el último semestre hubo un leve incremento en la respuesta a esa inquietud: en noviembre del año pasado el 12,1% dijo no tener necesidad de financiamiento para comprar comida y en abril fue del 9.8%.

Pero la novedad está en los abruptos cambios en la composición de ese financiamiento.

Mientras que en noviembre el 43,3% de ese grupo optó por usar la tarjeta de crédito, en abril esa proporción se redujo en 10 puntos porcentuales.

En el mismo período, creció la opción del fiado (el crédito lo otorga el almacenero o dueño del comercio) y la ayuda de familiares u otras personas con diferentes tipos de préstamos.

Si bien a simple vista podría inferirse que las familias cordobesas continúan con las mismas dificultades financieras para comprar lo básico -alimentos- las modificaciones señaladas revelan dos cosas, no necesariamente excluyentes: 

1- Las tarjetas de crédito ya no tienen más margen (ni para compras de montos bajos)

2- Para financiarse las familias apelan a lo que tienen más a mano y, al mismo tiempo, la dosis de confianza con el prestamista es mayor.

Los datos son cruelmente lógicos: la brutal recesión empuja a las familias a modificar sus hábitos. Créditos con menos componente "institucional" y más "familiar".