El cepo de Curly, Larry y Moe

Impulsada por la mejora en los precios, en los primeros seis meses del año las exportaciones del agro fueron de 25,9 mil millones de dólares, una cifra récord, según los datos publicados esta semana por el economista Juan Manuel Garzón.

Pero ese ingreso histórico no alcanza para evitar el drenaje de divisas alimentado, fundamentalmente en los últimos dos meses, por la compra de energía.

Como si se tratara de un ducto, el Gobierno ha decidido ir profundizando los cepos como si fueran válvulas para frenar el flujo.

Son simples demoras que no detienen la presión. Parches que cierran goteras de un lado y las abren en otros; dejando en evidencia la cara más ridícula de la macroeconomía argentina.

Hace algunas semanas a la automotriz Nissan se le acababan los neumáticos para colocarle a las unidades que se despachan desde su planta de barrio Santa Isabel. Entonces debió traerlos desde Brasil.

Pero se trata de neumáticos que anteriormente empresas verdeamarelas habían comprado a nuestro país. Ahora debe pagar impuestos de importación por algo que se fabricó en Argentina.

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Se hace en momentos en que los gerentes de comercio exterior de laboratorios se estresan porque no consiguen insumos básicos para la producción de medicamentos. Tiempos en los que por la misma razón económica dueños de heladerías están azorados porque podría faltar …¡helado en verano!

Mientras tanto, se observan rarezas como las siguientes: supermercados porteños venden mollejas importadas de Estados Unidos a casi 600 pesos el kilo o aeronaves que ingresan por la aduana cordobesa. Bienes de lujo pagados con dólares que le faltarán a las editoriales que tienen que comprar papel para imprimir nuevos libros.

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¿La solución? Más cepo. La Afip restringirá aún más las importaciones a partir de la semana próxima y el Gobierno prohibirá la compra de dólar ahorro a los que reciban subsidios a la energía.

La macro se volvió irracional, se chifló. Como Curly, Larry y Moe haciendo de plomeros.