La salida de Guzmán, el peor golpe para Alberto

El hombre que llegó desde Estados Unidos para acompañar a Alberto Fernández en la difícil misión de calmar las aguas de la economía acaba de renunciar.

Casualidad o causalidad, Martín Guzmán decidió irse un sábado a la tarde justo cuando la vicepresidenta Cristina Fernández recordaba el aniversario de la muerte del general Juan Perón. Y marcaba, de nuevo con tinta indeleble los errores de la administración que ella llevó a la Casa Rosada.

“Vamos a tranquilizar a los mercados”, prometió Guzmán el 12 de diciembre de 2019, cuando se presentó por primera vez ante los periodistas en el Palacio de Hacienda.

Sus últimas dos semanas en el sillón fueron, justamente, todo lo contrario. Y la crisis dentro del Frente de Todos fue demasiada nafta en esa economía ardiente.

Obviamente, Guzmán sintió fuerte los mandobles de Cristina y dejó en claro que se fue por ella. A punto tal que conviene leer bien un párrafo de su carta de renuncia cuando le pide a Alberto Fernández que “trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante” para que su reemplazante pueda manejar la macroeconomía.

O sea, sin el aval de Cristina no se puede seguir definiendo la política económica.

Ya la vicepresidenta está en contra del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional porque exige achicar el déficit fiscal y encorseta la posibilidad de emisión monetaria, una herramienta kirchnerista de base para hacer política.

En esa línea, la segmentación de la suba de tarifas fue otra de las disidencias de fondo entre la estrategia de Guzmán y los planteos del cristino-camporista provenientes del Instituto Patria.

Una curiosidad en los cuatro kirchnerismos (Néstor, Cristina por dos y Alberto Fernández), Guzmán fue el ministro de Economía que más tiempo duró en el cargo, superando superando a Roberto Lavagna (gestión de Néstor).

Con Guzmán, Alberto Fernández pierde a otro ministro empujado por Cristina. Pero, más grave aún, debilita su base de sustentación como nunca le ocurrió antes.