De Perón a José Vanni
17/11/2022 | 12:23 |
Redacción Cadena 3
Luis Eduardo Meglioli
Esto dijo Juan Domingo Perón a José Miguel Vanni, su principal secretario después de López Rega, un día antes de iniciar su primer viaje de regreso, en 1972, hacen hoy 50 años. La nota de cinco líneas estaba firmada por el propio líder justicialista y su esposa María Estela Martínez y se conserva en España.
El último administrador de la Quinta "17 de Octubre" en España, el imprentero peronista José Miguel Vanni, no integró el grupo de 154 personas que acompañaron a Juan Domingo Perón en su viaje de retorno al país después de 17 años de exilio. Un día antes de aquel 17 de noviembre de 1972, el ex presidente le había entregado un documento firmado por él y por su esposa, María Estela Martínez, por el cual le otorgaba un papel de custodio de sus bienes en España: "Le dejo esta autorización para cuidar mis bienes aquí porque no creo que vuelva, allá me van a matar, hijo".
Esos bienes eran la Quinta "17 de Octubre" con su chalet en el barrio residencial de Puerta de Hierro de Madrid y objetos personales. Mandado a construir por el mismo Perón a comienzos de 1964 con dinero del acuerdo que realizó con Arturo Frondizi (475.000 dólares) para recibir el apoyo del peronismo proscripto en las elecciones de 1958. Hasta ese momento Perón e Isabel habían vivido en una casa de la calle Dr. José Arce, Madrid, y según se decía en España, "de prestado", por su amistad con la familia del Dr. Flores Tascón, amiga de la pareja argentina.
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Aquel escenario clave de la vida política argentina durante casi dos décadas lucía mudo su bronce histórico hasta poco antes de su demolición a comienzos de los años ''90, a pesar del rictus solemne que había quedado marcado en nuestra retina, gracias a la televisión, de tanto trajín de dirigentes políticos ante el poderoso sillón madrileño. En una caminata con Vanni por el extenso parque que rodeaba la residencia de la calle Navalmanzano N° 6, este periodista se enteraba de confesiones quizá inauditas o inéditas: "Perón había soñado con recuperar la presidencia usurpada en 1955, pero en 1973 ya era demasiado tarde; había perdido las ganas", aseguró Vanni, y continuó: "Sin embargo dejaba muy claro que quería seguir sirviendo a la Argentina hasta su último respiro. Junto a él, Isabelita tampoco mostraba ninguna apetencia de poder, pues si de eso se trataba, vivir junto al líder ya era poseer mucha influencia en la Argentina, a la distancia. A pesar de todo, se toma la decisión del retorno definitivo, y seis días antes de ese 20 de junio de 1973 el general es operado en Barcelona por el urólogo doctor Antonio Puigvert".
Años después, en Madrid, tanto Vanni como su esposa, quienes vivieron en la Quinta junto a Perón e Isabel, consideraban que el matrimonio, que en septiembre de aquel ’73 brilló como fórmula presidencial obteniendo uno de los más altos porcentajes de votos de la historia constitucional argentina, había sido empujado hacia esa meta por la ambición desmedida de varios dirigentes de su entorno, pero sobre todo del menos peronista y más controvertido: José López Rega. "Lopecito", como lo llamaba Perón, se encargó de minar los planes del general que disfrutaba de controlar desde España hilos importantes de poder en la Argentina, pero más de pasear tranquilo por Madrid o por las playas de Fuengirola, en Málaga, leer dos horas diarias y gozar de la conversación y el café con tantos personajes que le visitaban. Pero la historia devino en lo que ya sabemos, un frágil ejercicio de la presidencia con un país en una emergente lucha fratricida. Y el final.
Por eso, cuando las hermanas de Evita, Blanca y Erminda Duarte, de acuerdo con Isabel, las tres únicas herederas, vendieron la casa en 1989, allí no quedaba ninguna señal peronista, y menos aún tras ser destruida a fin de construir varios chalets por un emprendimiento inmobiliario.
Quizá el único testimonio que quedaba de los días del exilio español, entre el 5 de enero de 1961 y el 20 de junio de 1973, eran los huesos de "Canela", la perrita preferida de Perón, con quien posó en una de sus más célebres fotos, enterrada en el jardín, a la derecha de la puerta principal en un lugar para entonces privilegiado de la Quinta, por orden de su augusto amo. Precisamente, el jugador de fútbol, mundialista argentino y ex técnico del Real Madrid, Jorge Valdano, comprador de la Quinta, quiso que no se perdieran los rastros de esos restos para seguir venerándola como un trofeo de su admirado líder.
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