Opinión
13/05/2022 | 17:52 |
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
Audios
Memoria y futuro de una crisis: la Casa Rosada no es Borgen
Borgen, el nombre coloquial del Palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del estado y oficina del primer ministro de Dinamarca, se popularizó en nuestras tierras gracias a una serie de Netflix.
Ahí aprendimos mucho sobre la política en un régimen que es una monarquía constitucional.
¿Qué significa? Que la Reina, Catalina II, es oficialmente la jefa del estado, pero el poder político está en manos del Parlamento que elige un primer ministro.
Es tan sólido el régimen que desde 1909 ningún partido gobernó con mayoría absoluta.
En la serie vemos cómo Birgitte Nyborg, la primera ministra mujer en la historia de Dinamarca, defiende su gobierno en medio de alianzas que se construyen y se rompen según distintos intereses de política interna y exterior.
Este es el punto exacto: el régimen es sólido porque cuando un primer ministro se queda en minoría se resuelve con un llamado a elecciones anticipadas.
En un régimen presidencialista como el de la Argentina, la situación es muy distinta.
A esto lo estamos viendo, y sufriendo, en esta instancia con la abierta ruptura del Frente de Todos, la alianza que lidera CFK y que puso a Alberto Fernández en el gobierno.
¿Qué tenemos hoy?
Un Presidente que se jactaba de no necesitar un plan económico y que ahora, casi en soledad, debe defender con uñas y dientes a su ministro de Economía, acusados ambos desde adentro de ser responsables de una derrota electoral por venir, en 2023.
Y bloques oficialistas, dicho entre comillas, en el Congreso que proponen y discuten medidas económicas con ideas propias y sin ponerlas en línea con un gobierno que, se supone, es de su palo.
¿Quién pierde en esta disputa?
Este es un juego perverso en medio de una crisis económica que se exterioriza con una espiral inflacionaria imparable.
Suben los precios y con ellos el escepticismo se va para arriba.
Parece que ni siquiera hay malhumor social. Hay desesperanza.
Si como dice Alberto Fernández, la inflación es provocada por algunos pícaros, más el impacto de la pandemia y de la guerra, deberíamos sumarle la inestabilidad política.
Y esa sí, es responsabilidad de él, entre otros.
Claramente, la Casa Rosada no es Borgen.
Ni Alberto Fernández parece tener la templanza de Birgitte Nyborg para rearmar mayorías y seguir adelante.
Aquí las disputas socavan el poder y nos hunden un poquito más.
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