Maravillas de este siglo
09/06/2020 | 08:03 |
María Rosa Beltramo
El artículo de un columnista invitado le costó el puesto al encargado de la página editorial del New York Times. “Manden a las tropas”, reclamaba el senador Tom Cotton, una sugerencia que fue considerada como un chorro de nafta lanzado al fuego que arde en las calles de algunas ciudades norteamericanas desde que un policía blanco mató al ciudadano negro George Floyd.
Al margen de la reacción de los lectores que cuestionaron la pertinencia de que en lugar de apostar al apaciguamiento de los ánimos, su diario optara por avivar la polémica, la propia redacción hizo oír sus quejas y la discusión se saldó con la renuncia de James Bennet y la reestructuración de la sección que es como el cerebro de un matutino que ha acumulado 125 premios Pulitzer a la excelencia periodística.
Es posible que en otro momento histórico y en medios sin el prestigio y el poderío del Times, la columna del legislador republicano no habría pasado de oficiar de civilizado contrapeso de la opinión formal del diario, pero con la sociedad en carne viva no fue posible ni conveniente mirar para otro lado o esperar que la noticia del martes sepultara a la del lunes.
Y mientras en el norte se escribe un nuevo capítulo sobre la responsabilidad mediática en el abordaje de la información crítica, por acá las plumas que se ocupan de reforzar la línea editorial de los medios más importantes del país prefieren dar otras peleas.
Cansados de referencias continuas al coronavirus, hartos de buscar infectólogos anti cuarentena, quizá angustiados por el derrumbe económico que ocasionó la pandemia, dos de los representantes de mayor jerarquía del grupo Clarín se han trenzado en una agria disputa sobre la autoría de un segmento que tiene una versión gráfica y otra televisiva.
Alejandro Borensztein, responsable del presunto humor político del rotativo de los Noble se puso casi serio para responderle a Jorge Lanata, periodista estrella de Canal 13 -otro de los medios del mismo grupo empresario- a quien acusó de robarle la idea de elegir al "Pelotudo de la Semana".
En rigor, el ex editor de Página 12, celebra al "Boludo semanal" y va por el del año, lo que es parecido pero no idéntico según se ocupó de especificar el hijo de Tato, para quien “Ni el Johns Hopkins Coronavirus Resource Center ha podido clarificar hasta el momento la confusión entre Boludos y Pelotudos".
AB planteó también que en función de número de lectores de Clarín y los accesos en la edición digital a su columna, su Pelotudo tenía el equivalente a 20 puntos de rating televisivo y que si JL quería igualarlo debía apuntar a conseguir ese nivel de audiencia. Sabía, por supuesto, que ese objetivo era virtualmente inalcanzable como quedaría demostrado al día siguiente.
Su compañero y rival sacó a relucir su mejor armamento y recordó que cuando Alejandro era un joven imberbe y en la televisión brillaba su padre, Tato Bores, en persona lo había llamado a él, de misión periodística en España, para felicitarlo por un chiste que había incluido en una nota de Página 12 y le había pedido autorización para mencionarlo en sus célebres monólogos.
A falta de discusiones más elevadas y de debates que marquen el rumbo, habrá que conformarse con la pelea del humorista y el conductor. En cuanto a los favorecidos con la premiación semanal, Borensztein eligió al presidente del Banco Central y Lanata al concejal neuquino que armó el protocolo del asado.
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