Otra mirada
24/12/2020 | 10:03 |
Adrián Simioni
Audios
Que el bosque no te impida ver la vacuna en el arbolito
El mundo llega a la Nochebuena con un regalo que todos le habíamos encargado a Papá Noel pero que no estábamos seguros de recibir: la vacuna para el Covid19, el bicho traicionero. Incluso en el arbolito de la Argentina, donde muchas cosas se hicieron muy mal este año, habrá un paquetito.
No es muy grande. Apenas 300 mil dosis. Y no es la vacuna tope de gama, no es la Pfizer que pueden pagar los vecinos ricos del barrio, como Chile. A nosotros Papá Noel nos deja la segunda selección, la Sputnik. Tenemos la sensación de que nos toca la marca pindonga o cuchuflito, para decirlo con los términos de Cristina Fernández.
Pero eso no tiene que llevarnos a despreciar el regalo. Como todo en la Argentina, la vacuna Sputnik, la única que tenemos por ahora, corre el riesgo de que se la trague la grieta.
Por un lado, el gobierno hizo tantas cosas mal, gestionó tan mal los contratos con los laboratorios, Fernández dijo tantos bolazos, la Casa Rosada manejó tan mal la comunicación, fue tan opaca en cuanto a la negociación con Pfizer, que dejó todo sembrado de dudas. Encima, fue abusivo su grotesco intento de usar la vacuna rusa para instalar otro relato épico berreta.
Todo eso generó a su vez una reacción desmesurada. Una cosa es criticar la improvisación y otra es terminar haciendo el juego a los terraplanistas antivacuna. Una cosa es cuestionar la falta de transparencia y otra es terminar diciendo que el gobierno quiere contaminar a propósito la población, como si lo guiara un impulso asesino. Es absurdo. Rusia no tendrá para nosotros el crédito ciego que nuestra cultura le da sin preguntar a Europa, pero es un país con un sistema sanitario robusto y un aparato científico y tecnológico de prestigio.
Es cierto: la aprobación de la vacuna Sputnik tuvo que apartarse del mecanismo usual. Pero todo se apartó de lo usual este año. Las pruebas de la Sputnik realizadas en Rusia, donde ya se aplica masivamente sobre su propia población, tienen que tener también algún valor de credibilidad para nosotros.
Por último, hay que agradecer de nuevo a médicos y enfermeros. Las 300 mil dosis coinciden con los casi 300 mil médicos y enfermeros que hay en el país. Serán los primeros en vacunarse. No sólo nos curaron todo este año. También van a ser nuestros conejillos de indias para la Sputnik.
Por eso, bajemos un poco la espuma: no hagamos que el bosque de la grieta nos tape el regalito modesto pero vital que están por dejarnos en el arbolito.
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