Agentes del Servicio Secreto, los héroes infalibles del celuloide

Además de hacer más grata la vida de la gente al permitirle materializar sus sueños, el cine suele apuntalar la ideología dominante o ayudar a crear la vigente entre los pliegues de una determinada época.

Hay situaciones, personas y cosas que tienen en nuestra mente la fisonomía exacta que le han dado las películas. Y no se trata sólo de la obvia apariencia de un extraterrestre o de un rincón de un planeta inexplorado; también hay hechos de la existencia cotidiana que describimos en función de lo que nos ha enseñado la gran pantalla.

Los agentes del Servicio Secreto de los Estados Unidos son criaturas que probablemente se escaparon de algún guión, a quienes les atribuimos condiciones que tal vez no se compadezcan con la realidad, pero a esta altura son verdades irrefutables.

Altos, atléticos, de traje oscuro, con lentes que les ocultan la mirada de día y de noche, pelo bien cortito -una costumbre que quedó del paso por alguna formación militar y la participación en cualquiera de las guerras en las que interviene su país-y siempre subiendo o bajando de una Escalade negra y reluciente.

También, claro, cuando se dé la ocasión se descubrirá que tienen vista de lince y una puntería insuperable y que, si pierden el arma, son capaces de enfrentar a mano limpia, lo que le pongan enfrente.

Siempre están discretamente situados a los costados del Presidente y lo más llamativo no es que dominen a la perfección el decálogo completo de las artes marciales. No, lo extraordinario, aquello que los hace únicos, es que cuando llega la hora tienen que ignorar su instinto de supervivencia y en lugar de escapar y ponerse a cubierto, deben arrojarse sobre el hombre o la mujer a la que van dirigidas las balas.

Y convertirse en escudo humano generalmente tiene trágicas derivaciones.Pero, bendito sea el celuloide, al menos en ese universo, los integrantes del servicio secreto suelen tener éxito.

Hay media docena de films emblemáticos sobre atentados, en los que resulta decisiva la actuación de los encargados de custodiar a un jefe de Estado. Entre los más conocidos se encuentra “El día del Chacal” (1973), basado en el best seller de Frederick Forsyth, del que hay además una segunda versión , estrenada en 1997 como “El Chacal”.

La primera fue dirigida por Fred Zinnemann y rompió la taquilla porque mezclaba en dosis exactas la realidad y la ficción. El blanco del atentado era el presidente francés Charles De Gaulle y el ataque ocurría durante un  multitudinario acto público, en el preciso instante en el que el Jefe de Estado condecoraba a un veterano.

La novela y la película usaron datos sobre los dos atentados reales que padeció el mandatario galo en 1962 y 1963, a los que se añadieron los elementos surgidos de la imaginación para redondear una historia caracterizada por un suspenso asfixiante.

El elenco incluyó a Edward Fox, Adrien Cayla Legrand, Terence Alexander y Michel Auclair, entre otros.

“El día…” hizo hablar al mundo de la precisión de los francotiradores, el valor de los custodios y también en este caso, de cuestiones que están fuera de la voluntad de los involucrados y dependen de absolutos imponderables.

 De los 145 minutos que dura la película , el público aprendió a contener la respiración en el preciso momento en el que el Chacal dobla el dedo sobre el gatillo y el Presidente se inclina para saludar a un viejo soldado.El resto es conocido.

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En 1997, adaptación mediante, llegó “El chacal” dirigida por Michael Caton Jones y con un elenco de lujo en el que brillan Bruce Willis, Richard Gere y Sidney Poitier. No obstante la estelaridad del reparto, la cuestión casi personal de la versión original entre el asesino y De Gaulle ,cede terreno a un conflicto más globalizado entre Rusia y Estados Unidos.

Dos gloriosos veteranos

“En la línea de fuego” es de lo mejor que hay en el género thriller, subgénero atentado y acá , como en ninguna de las otras películas hermanas, los protagonistas excluyentes son dos hombres del servicio secreto, a cual más emblemático.

 Además, para darle la pátina de realismo que actúa como valor agregado, ambos arrastran sobre sus castigadas espaldas su fracaso en un hecho que significó la muerte del custodiado. Y ese crimen es el de Kennedy.

El héroe del film que dirigió Wolfgang Petersen es Clint Eastwood y su contrafigura ,John Malkovich. Entre ambos está el presidente al que hay que cuidar y sacar sano y salvo de una de esas cenas multitudinarias de recaudación de fondos. Justamente en ese recinto es donde Frank Horrigan, (Clint) sabrá interponerse en el camino de la bala que ya ha partido y busca el corazón del agasajado.

A diferencia de otras producciones donde los agentes encargados de la custodia son poco menos que super héroes intocables, aquí es posible disfrutar de un duelo entre perdedores que enaltece la pelea

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Horrigan quiere que todos se preparen para enfrentar un ataque porque intuye que la vida del Presidente está en peligro, pero nadie le cree porque ha quedado marcado por su incapacidad para evitar el asesinato de Kennedy. Solo Lilly Raines (Rene Russo) confía en él . Para colmo de males le espera un nuevo error antes de que , como el espectador sospecha, se produzca lo que el agente y el público avizoran desde el primer momento.

“En la línea…” tiene todo lo que está bien en el cine. Acción, suspenso, diálogos perfectos y tres momentos de lujo: una persecución por los techos con Eastwood y Malkovich jugando alternativamente al gato y al ratón; una pelea en un ascensor externo acristalado y los disparos en el salón. Y como toda buena película de cualquier género, también deja espacio para el romance.

Eso no se hace

En la lista de films sobre el servicio secreto hay una auténtica perlita que no tendría nada de excepcional de no ser porque en “El centinela” ,Michael Douglas, el encargado de proteger con su vida la del Presidente, tiene un romance con la primera dama.

Nunca un guionista se animó a tanto. El responsable de esta historia es George Nolfi sobre una novela de Gerald Petievich .Por supuesto, hasta que el espectador recibe toda la información que necesita para entender la trama, transcurre buena parte de la narración en la que cualquiera se convence de que Pete Garrison (Douglas) forma parte de una conspiración para asesinar al hombre que debería cuidar.

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Entre otras particularidades, “El centinela” se estrenó en España como “La sombra de la sospecha”, dato no menor porque por primera vez en la historia de la cinematografía mundial los creativos peninsulares le pusieron a la película un título mejor que el original.

Por falta de buenas ideas o respondiendo a la necesidad de escenificar un ataque masivo, en los últimos tiempos han proliferado películas como “Ataque a la Casa Blanca” ( Olympus has Fallen) donde el plan meticuloso para acabar con el presidente se convierte en realidad en una ocupación de la sede del gobierno.

La original, de 2013 fue dirigida por Antoine Fuqua y protagonizada por Gerard Butler,Aaron Eckart y Morgan Freeman.

Butler interpreta a Mike Banning, un agente del servicio secreto que por una vez, más que enfrentar a un asesino tiene que frenar a todo un comando coreano. El film tuvo tan buen desempeño que llegarían más tarde “Londres bajo fuego” y “Presidente bajo fuego”.  En la actualidad hay otros dos proyectos en danza en los  que varía la coreografía de la pelea,  pero el objetivo de los malos es siempre el mismo: acabar con la vida de un jefe de Estado.

Frank

Antes de que la cancelación desalojara del mundo del espectáculo a Kevin Spacey, el actor ayudó a consolidar a Netflix en medio mundo con “House of Cards”.

En la cuarta temporada de la serie sus productores lograron uno de los episodios de mayor audiencia, el cuarto, en el que se produce un atentado contra el presidente Frank Underwood.

El ataque es provocado por Lucas Goodwin (Sebastian Arcelus), un antiguo periodista.Durante la agresión pierde la vida Meechum (Nathan Darrow) guardaespaldas de confianza de Frank.

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En adelante y durante un episodio completo, el mandatario queda a la espera de un nuevo hígado mientras tiene alucinaciones que le permitieron a Spacey brindar una auténtica clase de actuación.

En las últimas producciones fílmicas se han sumado mujeres pero en las películas del siglo pasado el servicio secreto estaba íntegramente representado por varones. 

Pese a los cambios naturales originados en el paso del tiempo y la sofisticación de la tecnología, los hombres que rodean al Número Uno son iguales en cualquier época: siempre valientes, eficaces y con la cuota de patriotismo que hace falta para dar la vida por la más alta investidura de la Nación. Con esa gente, al menos en el cine, los presidentes son invulnerables.