Así en el cine como en la vida: atentados y magnicidios

El cine se ha ocupado con suerte diversa de atentados contra mandatarios y candidatos, en una temática que es siempre apasionante y que tiene anclaje en la realidad. Los norteamericanos han recreado hasta la saturación los episodios de Dallas que dejaron al país sin su presidente y al mundo conmocionado al entender que todo el poder y la fortaleza que resume la imagen de la Casa Blanca nada pudo hacer para desbaratar la conspiración que acabó con John Fitzgerald Kennedy.

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A primera hora de este viernes se supo que el ex primer ministro de Japón Shinzo Abe, de 67 años, murió a causa del disparo de arma de fuego que recibió durante un acto de campaña en la ciudad de Nara. Miles pudieron observar el crimen en directo y millones lo vieron poco después replicado en todas las pantallas. Por el atentado fue detenido Yamagami Tetsuya, de 41 años y ex miembro de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa .

De los múltiples enfoques posibles para narrar el ataque a Kennedy perpetrado el 22 de noviembre de 1963, Oliver Stone decidió hacerlo desde los ojos del fiscal de distrito Jim Garrison, interpretado por Kevin Costner. Este personaje llevó adelante una investigación con la que intentó probar que detrás del asesinato había una gran conspiración, pero fracasó en su intento.

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“JFK” hizo historia. Fue filmada en 1991 y su realizador y co autor del guión dispuso de un presupuesto de 40 millones de dólares. La recaudación fue de 205 millones.

No obstante, como todo lo que ha rodeado históricamente el magnicidio de Kennedy, dio lugar a polémicas desde la etapa de rodaje.

El corresponsal de seguridad nacional de The Washington Post, George Lardner, se presentó en el set y basado en el primer boceto del guión, escribió un artículo donde atacaba la película. Después del lanzamiento, muchos diarios escribieron encendidos editoriales en los que acusaban a Stone de tomarse demasiadas libertades para recrear hechos históricos.

Hay pocas películas tan buenas como “El día del Chacal” para desarmar la oscura estructura de un atentado planeado al detalle. Hay dos filmes basados en la novela de Frederick Forsyth.

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Fred Zinnemann dirigió en 1973 el protagonizado por Edward Fox. La acción transcurre en 1963. Chacal, un asesino a sueldo cuya verdadera identidad nadie conoce, ha sido contratado por la OAS para llevar a cabo una arriesgada misión: asesinar al Presidente de la República Francesa, el general Charles De Gaulle.

La novia de un paracaidista ejecutado por su pertenencia a la OAS es la encargada de proporcionar información sobre los movimientos del Presidente gracias a su relación con un miembro del servicio de seguridad de De Gaulle.

La película tuvo nominaciones al Oscar y a los Bafta y su fuerte son los minutos previos al ataque que transcurren durante un desfile militar. Actuaron Michael Lonsdale, Derek Jacobi, Alan Badel, Cyril Cusack, Eric Porter, Donald Sinden, Delphine Seyrig, Timothy West, Ronald Pickup, Maurice Denham, Tony Brittony Olga Georges-Pico.

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Lo cierto es que la película anduvo tan bien que varios años más tarde, en 1997, Michael Caton Jones retomó la idea para una nueva versión , esta vez titulada “Chacal”, a la que le introdujo demasiados cambios como para adecuarla , incluso, a la realidad política de la época.

Los responsables del film trasladan el centro de la acción de Europa a Estados Unidos y reducen el conflicto a un juego del gato y el ratón entre el asesino a sueldo de élite que encarna Bruce Willis y el terrorista irlandés personificado por Richard Gere, al que acude el FBI para darle caza.

Una de las últimas películas en la que el que un presidente se convierte en el blanco de los terroristas es “Londres bajo fuego”, la secuela de “Objetivo: La Casa Blanca", protagonizada por Gerard Butler, Morgan Freeman y Aaron Eckhart.

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Tras el fallecimiento del primer ministro británico en extrañas circunstancias, todos los líderes mundiales se reúnen para su funeral. Pero existen planes para que el acto, que cuenta con la mayor seguridad del planeta, sea una oportunidad para acabar con los mandatarios y sembrar el caos en todo el mundo. Como es habitual en este tipo de producciones, el presidente de los Estados Unidos y sus colaboradores del Servicio Secreto son los únicos capaces de evitar la tragedia.