Tres películas imperdibles
11/12/2021 | 10:32 | Cuando se estrenó “Trainspotting”, Danny Boyle, su director, tuvo que soportar que lo acusaran de promover el consumo de heroína."Requiem por un sueño" alertó sobre el riesgo de las anfetaminas.
De las películas que tienen a la adicción como el centro de un verdadero universo de problemas, “Trainspotting” (1996, en Amazon Prime) de Danny Boyle sigue funcionando entre lo más representativo. Basada en la novela homónima de Irvine Weish, se ocupa de la historia de un grupo de jóvenes heroinómanos de los suburbios de Edimburgo, cuya única aspiración en la vida es conseguir la dosis diaria o procurarse el dinero imprescindible para obtener la droga.
El único que aparenta querer rehabilitarse es Max Renton, que da el gran paso y abandona su ciudad para trasladarse a Londres, con el ánimo de iniciar una etapa distinta. Además del valor artístico del film, los expertos han coincidido en que Boyle logró una buena representación de lo que son las adicciones porque se muestran las vías de administración, los efectos placenteros a corto plazo y las funestas consecuencias posteriores.
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Al comienzo hay una suerte de declaración de principios, a través de la cual se intenta mostrar la presunta ideología comunitaria del grupo y hasta la justificación de su proceder. "Trainspotting” arranca con un monólogo de Mark Renton (Ewan McGregor) mientras él y su amigo Spud (Ewen Bremner) corren perseguidos por guardias de seguridad. Mark proclama allí que, a diferencia de la gente que escogió una vida convencional con hijos, estabilidad financiera y posesiones, el eligió vivir como heroinómano. A medida que se desarrollen los acontecimientos posteriores se pondrá en duda su capacidad de decisión y las profundas e insalvables dificultades para abandonar la droga.
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Repentino fallecimiento
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En el argot escocés el término que da título a la película significa buscar una vena para inyectarse. Trainspotting también se emplea para referirse a la afición de mirar trenes y en el inicio de la película un borracho les pregunta a los protagonistas si es eso lo que están haciendo, un juego de palabras que quedará bien claro para el espectador cuando observe la conducta de los protagonistas.
Ahora es una película de culto pero cuando se estrenó recibió fuertes críticas porque una parte de la prensa asegura que fomentaba el consumo.
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“Requiem por un sueño” (2000, también en Amazon Prime) de Darren Aronofsky, está basada en un libro de Hubert Selby Jr. publicado en 1978. Cuenta la historia de Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) y su hijo Harry (Jared Leto). La mujer recibe una llamada para participar en un programa televisivo de concursos. Preocupada por su apariencia, se prueba su mejor vestido y comprueba, con dolor, que no le entra y que es indispensable que se ponga a dieta.
Así como en la obra de Doyle los que iniciaban la práctica del consumo eran jóvenes inexpertos, aquí la que se devuelve adicta es una adulta. Ella acepta rápidamente que no es fácil hacer dieta y acude a un médico para que la ayude y le recete pastillas. En la parte más atractiva de un argumento que virará al drama, Sara adelgaza pero empieza a tener alucinaciones. El médico escuchará el preocupado relato de su paciente pero, por supuesto, defenderá el tratamiento al manifestar que si obtiene el peso deseado, todo está bien.
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Expectativa de los fans
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“Requiem…” aborda también otro costado del consumo y es la gran liquidez del negocio. Los dólares empiezan a circular sin problemas para el hijo de Sara cuando junto a un amigo se dedican a traficar. Al principio, el joven cree que podrá darle un gran impulso a su vida si consigue los fondos necesarios para poner un negocio legal junto a su novia, pero pronto todo se complica y aparecen los aspectos más conflictivos de una actividad que se desarrolla en las sombras, es peligrosa y se vuelve casi letal para los que además de vender, consumen.
La crítica elogió el tratamiento que el director hace del tema de la adicción, la pericia para recrear estados de alucinación y la maestría para mostrar diferentes planos de manera simultánea, a través de la división de la pantalla.
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Completando una trilogía de lujo para tratar el tema está “Leaving Las Vegas” (1995) que se ocupa de la vida de Ben Sanderson (Nicolas Cage), un guionista alcohólico. Su adicción le genera un estrés permanente que lo introduce en una espiral de autodestrucción.
La película está basada en la autobiografía de John O Brien, que se suicidó meses antes de que se iniciara el rodaje.
En el filme dirigido por Mike Figgis Ben Sanderson pasa por su peor momento debido al consumo de alcohol, que hace que su esposa se marche. Tras perder también su trabajo, decide ir a Las Vegas donde inicia un lento suicidio a través del consumo alocado. Allí conoce a una prostituta (Elisabeth Shue) solitaria y de buenas intenciones, perfecta compañera de tan amargo viaje, donde entablan una relación marcada por el amor y la adicción, en donde ella depende de él y él depende de la botella.
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