El largo y difícil camino de la homosexualidad en el cine

Por María Rosa Beltramo

En la actualidad ya no genera polémica la homosexualidad en el cine pero el tema ha tenido en el celuloide una evolución que se puede comparar con lo ocurrido en la sociedad. Hubo que llegar a 2006 para que “Secreto en la montaña” (disponible en Star+) se animara a retratar el romance entre dos hombres perfectamente normales y ostensiblemente masculinos, en un ámbito en el que además se advertían a cada paso las huellas del duro trabajo que realizaban ambos.

Hubo que esperar al siglo XXI para un abordaje más natural de la sexualidad porque gays siempre hubo en el cine, pero eran personajes torturados, abusados o abusadores o también los eternos condenados a cubrir el rol de malos.

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La homosexualidad ha estado presente en el cine desde el principio de su historia. Una de las primeras escenas que se conserva procede de un ensayo experimental de Thomas Edison de 1895, donde se puede ver a dos hombres bailando juntos mientras otro toca el violín.

Posteriormente, en las primeras películas comerciales, la homosexualidad era contemplada de forma humorística, empleándose para hacer gags efectistas. Así, en una escena de A Florida Enchantment (Sidney Drew, 1914), se puede ver a dos mujeres que dejan a sus parejas de baile para bailar juntas, lo lo que provoca que los dos hombres rechazados opten por imitarlas.

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La francesa Céline Sciamma hizo “Relato de una mujer en llamas” ambientada en la Francia de 1770 donde muestra un entorno doméstico dominado por dos mujeres: una pintora, Marianne (Noémie Merlant), y la mujer a la que debe retratar, Héloïse (Adèle Haenel). Entre ellas va naciendo una poderosa relación, que Sciamma muestra con auténtica maestría.

“Una mujer fantástica” (disponible en Netflix) de Sebastián Lelio -un mendocino que hizo toda su carrera en Chile- ganó el Oscar a la mejor película extranjera con la historia de una mujer trans (interpretada por Daniela Vega) que no solo debe afrontar la muerte de su novio, sino también las sospechas y abusos de la familia de él cuando la conocen tras la tragedia.

En el otro siglo, en 1993, Jonathan Demme dirigió a Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas en “Filadelfia”, un film que se ocupaba del romance entre un abogado (Hanks) y un militar (Banderas) pero el corazón del relato estaba más centrado en el sida del personaje de Hanks y la reacción de la sociedad, que en el vínculo amoroso de los dos hombres.

El mundo estaba saliendo apenas de la epidemia de HIV y en esa época todavía esa enfermedad era tildada de “peste rosa” y existían exponentes de sectores ultras para quienes el mal era una suerte de castigo divino para los que desafiaban, con su homosexualidad, las sagradas escrituras.

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Muy reciente es “Carol”, una adaptación de la novela de Patricia Highsmith, con Cate Blanchett y Rooney Mara que dan vida a dos mujeres muy distintas que comienzan una relación que no todos en el Nueva York de los años 50 entienden y aceptan.

Mucho antes de “Secreto en la montaña”, en abril de 1985 se estrenaba en Argentina “Adios, Roberto” (disponible en Amazon Prime Video), dirigida por Enrique Dawi y con guión de Lito Espinosa, protagonizada por Carlos Calvo y Víctor Laplace.

Hubo una mini revolución en el país porque nadie podía acostumbrarse a que dos galanes, de distinta generación, tuvieran escenas de profundo romanticismo.

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El público de entonces parecía más preparado para que el cine retratara al gay como alguien afectado, con voz aflautada y andar de vedette. Muchos no conseguían digerir que semejantes galanes estuvieran involucrados en una historia de amor.