"El marginal": más violencia y fórmulas que se repiten

Por Francisco Vidal

La cuarta temporada de "El marginal" estrenó en los últimos días y ya es un éxito absoluto para Netflix: rápidamente escaló entre lo más visto de habla no inglesa en la plataforma y alcanzó hasta este miércoles las 21.730.000 de horas vistas (la serie entera tiene un total de 40 millones). 

Con una importante apuesta al diseño de producción, para la serie de Underground y Telemundo creada por Sebastián Ortega se "construyó" la nueva cárcel de Puente Viejo en base a una vieja fábrica metalúrgica. Todo en plena pandemia de coronavirus, momento en el que se filmó ésta y la próxima entrega. 

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Luego de todas las vueltas a las que llevó el impensado éxito inicial de la serie (todo estaba dado para que termine después de la primera temporada, pero la buena recepción llevó a dos partes que funcionaron como precuela), la historia se retoma luego del incendio en la cárcel de San Onofre. El ex policía Miguel Palacios/Pastor (Juan Minujín) está en una nueva prisión en la que se encuentra a los Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado) y a algunos sobrevivientes de la Sub 21 liderados por César (Abel Ayala).

Allí se enfrentarán al dominio de un nuevo "villano": Coco, encarnado por Luis Luque, es un fanático religioso violento y peligroso que manda en la cárcel junto a su familia. Sostenido en una gran actuación, el problema del nuevo némesis está en el guion, que ofrece una figura que llega a tornarse ridícula o irritante, a la que le cuesta competir con predecesores como el Sapo Quiroga (Roly Serrano).

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Una gran incorporación, impulsada quizás por el renovado éxito de Okupas, es la de Ariel Staltari como "Bardo", yerno de Coco y personaje que ofrece un matiz más que atractivo, con un secreto que le puede costar todo lo que tiene.  

Otra es la de Rodolfo Ranni como Galván, el director del nuevo penal que impone su autoridad con una dureza escondida en su tranquilidad y parsimonia. Hace un contrapunto genial con Gerardo Romano como Sergio Antín, ex director de San Onofre y actual secretario de Seguridad de la Nación, que quiere sacarlo del camino. Este duelo entre insultos y miradas frías es de lo mejor de la cuarta parte.  

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Pero la nueva temporada no se siente como un refresco a la trama, porque recurre mucho a cosas que ya se vieron: un capo de la cárcel muy oscuro, un guardiacárcel que "colabora" desde un bar de afuera, otro que es un sádico, la relación tensa de Diosito y Pastor, la ayuda incansable de Emma Molinari (Martina Gusmán), y la lista sigue. 

La cuarta temporada de "El marginal" es la más violenta hasta ahora. Tan es así que por momentos este recurso se vuelve grotesco o innecesario, y no "disfrutable" por su impacto.

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De todas formas, algunos aspectos atraen por su mística, como el encuentro de Pastor con las cartas de otro preso y su vínculo con los pasajes de la Divina Comedia. También retoman el humor, logrado principalmente a través de Diosito y del recuerdo de personajes entrañables como Pedrito Pedraza (Brian Buley).

Una buena idea fue la de recrear ese pasado de Mario Borges en una suerte de mini spin-off con otros actores: se conoce más la historia de una de las personalidades amadas de la serie. 

Otro gran personaje que adquiere la potencia que su rol pedía es el de Gladys (una excelente Ana Garibaldi), la esposa de Borges. La violencia, el trauma y la venganza llegan con fuerza a su arco dramático.

El giro final se encamina a un horizonte que puede ser aprovechado de manera interesante en la quinta parte, que llegará este año a la plataforma. Habrá que esperar para ver.