Uno de los grandes aciertos, el protagonista de la serie.

La serie del momento

"Iosi, el espía arrepentido" busca el perdón de sus víctimas

05/05/2022 | 11:03 | El policía que se infiltró en la comunidad judía y tuvo involuntaria participación en los atentados es ahora un testigo protegido.

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Iosi fue José antes de convertirse en el solícito empleado que en un par de días conquistó a la dueña de una retacería del Once. También era cadete de la Policía Federal pero sus jefes vieron en él un diamante en bruto, lo sacaron de esas rutinarias y agotadoras sesiones de gimnasia y lo mandaron a infiltrarse en la colectividad judía.

Son los 80, Alfonsín acaba de asumir la presidencia de la Nación después del período más negro de la historia argentina, y el núcleo duro de la fuerza de seguridad pretende averiguar que tan desarrollado está el presunto plan Andinia que hipotéticamente había preparado Israel para apoderarse de la patagonia argentina.

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Así comienza “Iose, el espía arrepentido”, la serie que Daniel Burman y Sebastián Borensztein hicieron en base al libro de Miriam Lewin y Horacio Lutzky y que tiene como telón de fondo los atentados a la embajada de Israel y a la Amia, enlazados por un personaje, Iosi Peres/José Pérez (Gustavo Bassani) el hombre que se inventa una historia para meterse en la vida de gente a la que, en apariencias, desprecia, pero con el tiempo se transformará en su propia familia.

Además de una historia profundamente enraizada en el pasado reciente y todavía irresuelto, la producción que ofrece Amazon Prime Video reconoce como un gran acierto la elección para el protagónico de Gustavo Bassani, un desconocido para el gran público, pero un experimentado actor del under que supo dotar a su personaje de un rostro inescrutable, ideal para alguien que se mueve entre dos mundos y necesita, siempre, que uno ignore la existencia del otro.

Burman y Borensztein reescribieron pasajes del libro que, según sus autores, está basado en la confesión del espía y en su necesidad de redimirse cuando comprende que parte de la información que aportó durante años a sus jefes de la Federal les sirvió a los responsables de los atentados.

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En la serie José Pérez es un joven entrerriano, nacido en Basavilbaso, capaz de cortar amarras con su entorno para asumir la identidad de Iosi Peres, el dependiente de una retacería que en poco tiempo tendrá una activa militancia en una agrupación juvenil sionista, se habrá incorporado al coro hebraico y enamorado a Dafne (Minerva Casero), una especie de llave de ingreso a la vidriosa existencia de Saul Menajem (Alejandro Awada), un empresario ligado a las finanzas, con llegada al gobierno, banquero y traficante de armas.

Reclutarlo para que espíe a la colectividad no les cuesta nada a los jefes de José. Tal vez en el único tramo del guión que carece por completo de sutileza, el oficial que descubre sus habilidades descuenta que espiar no le va provocar conflictos éticos porque “un judío se acuesta con su madre”.

Después irrumpe en escena y en todo su esplendor Claudia (Natalia Oreiro), la principal referente de la oficina de inteligencia que durante el desarrollo de la historia manejará los hilos a discreción, presionando, concediendo, reclamando siempre más. En los ocho episodios, no debe estar en pantalla más de diez minutos que sirven, no obstante,para describir una actividad donde no hay héroes y donde el trabajo bien realizado depende, casi siempre, de una conducta que roza lo despreciable.

Es que la vida del espía es una traición, de punta a punta, y no hay manera de dignificarla, salvo un planteo maniqueo en el que se justifique cualquier falta en aras de acabar con el otro bando.

Iosi se consagra en cuerpo y alma a la misión que le encomendaron y se vuelve imprescindible para sus espiados. Transforma el riesgo en oportunidad como cuando aparece un vecino de su pueblo y le descerraja, frente a un tercero, “pero si vos no sos judío”.

El casting es uno de los puntos altos de “Iosi…”. No sólo el protagonista está bien elegido. Marco Antonio Caponi compone a otro de los agentes de inteligencia, más cercanos a lo que conocemos: peligroso, previsible, fascista, violento. Convincente.

Juan Leyrado, en la piel de Abraham Glusberg, el marido de la madre de José, tiene un parlamento y una actuación sensible en la que descansó el director para mostrar en un par de imágenes la transformación del protagonista, desde aquel antisemitismo del comienzo al reconocimiento a la figura del hombre al que no le permitía antes ser su padre.

Alejandro Awada, físicamente desconocido -pasado de kilos con abundante y renegrida cabellera- se luce desde el primer minuto como el suegro de Iosi, y un hombre lleno de secretos, que pasa de filosofar sobre el pasado del pueblo hebreo frente al mar Rojo a contrabandear armas y en cuya boca ponen la acusación más grave que tiene la historia.

Mientras el televisor muestra al entonces flamante presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem, Menajem, el personaje que interpreta Awada, le dice a su yerno “esto se está complicando; antes cargábamos los fusiles en un par de camiones , arreglábamos el traslado, pagábamos el peaje y listo...Ahora para vender armas tenemos que competir con el gobierno nacional”.

Mezclando realidad y ficción, un ministro interpretado por Roly Serrano (¿Carlos Corach?) interrumpe una sesión con su pedicuro en pleno despacho para recibir a Khadar (Carlos Belloso), uno de los contrabandistas de armas y rival de Menajem. Horas después se produce uno de los atentados.

El elenco se completa con Carla Quevedo, Daniel Kuzniecka, Matías Mayer, Mirella Pascual, Damián Dreizik, César Troncoso, Víctor Wainbuch, Roberto Suárez, David Masajnik y Mercedes Morán.

La historia no pierde continuidad pese a que la acción pivotea constantemente entre los 80, los 90 y el 2008. La serie no resuelve en forma concluyente ni la autoría de los atentados y su motivación ni el dilema ético que se le plantea al protagonista. Hay pistas importantes de las dos cosas sin una afirmación concluyente. Y no es una falta, sino un mérito.

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