Las películas de acción siempre son una apuesta segura

El de las películas de acción es uno de los géneros más populares y en constante renovación. Con los recursos tecnológicos que han elevado los efectos especiales a la categoría de arte, se ha vuelto difícil conformar con meros recursos argumentales a una audiencia que aprendió a ser cada vez más exigente.

Netflix tiene un catálogo generoso de este tipo de filmes, que en los últimos días se vio alimentado por la ópera prima del director Brian Mendoza, “Sweet Girl”, uno de esos en el que lo importante es la venganza que, en este caso, no es precisamente un plato que se come frío, sino una reacción visceral ante lo que se considera una injusticia.

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El protagonista es Jason Momoa, el gigante de Baytwatch, Aquaman y Juego de Tronos, que aquí emprende un raid justiciero contra los que, por mero cálculo económico, retiraron del mercado el medicamento que su esposa, enferma de cáncer, necesitaba para tener al menos una posibilidad de sanar.

Hay media docena de películas con esa temática; esta tiene el atractivo de una figura conocida y, probablemente, más de una falla derivada, sobre todo, de la completa inutilidad de la reacción porque arranca con la muerte de la mujer que debía recibir la droga salvadora. A propósito, la actriz que cubre el rol de Amanda, la joven esposa de Ray Cooper (Momoa) es Adria Arjona, la hija de Ricardo, el cantante guatemalteco.

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Es muy posible que, preocupados por las escenas de acción, hayan descuidado bastante los detalles de la historia, por lo menos lo básico para que sea mínimamente creíble. No ayuda demasiado que Cooper amenace de muerte al CEO del laboratorio, por televisión y en horario central, pero en la balanza de lo importante para graficar una venganza seguro a la producción le importó más la persecución, el intercambio de disparos y las peleas.

En el elenco de “Sweet Girl” está Isabela Merced, (“Dora y la ciudad perdida”, “Familia al instante”), la hija de Cooper y Amanda que en la vida real ya cumplió 20 años pero acá es una pre adolescente que jugará un rol destacado en los planes de venganza paternos y que fue elegida, más que por sus dotes actorales, por su condición gimnástica.

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El mérito mayor de la producción es una vuelta de tuerca que se les ocurrió para el tramo final y que no es precisamente la gran sorpresa pero no está nada mal para el nivel general de la historia.

Hay otros actores interesantes para sostener un guión que no alcanza los objetivos pero al que le alcanzó el magnetismo del género para conseguir una buena ubicación en el top 10 de Netflix. Manuel García Rulfo interpreta a Amo Santos, el sicario contratado para perseguir a Ray Cooper y tratar de que no se acerque a la verdad y Justin Bartha es Simon Keeley, el director ejecutivo del laboratorio BioPrime y objetivo de la ira del protagonista.

Bala perdida

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Con un presupuesto a todas luces menor y sin las pretensiones de “Sweet..”, Netflix también ofrece “Bala Perdida”, una francesa en la que Lino (Alban Lenoir), un auténtico genio de la mecánica, cae preso después de un intento de robo fallido. El muchacho cumplirá la condena en el taller de los vehículos de la policía antinarcóticos.Lo mejor de la película empezará cuando lo acusen falsamente de un asesinato en el que los responsables son los integrantes de la propia fuerza policial.

Aquí dirigió Guillaume Pierret, y para él también se trata de la ópera prima, a la que añade la escritura del guión. Y si la otra película intentaba ganarse al espectador con la búsqueda de justicia y la venganza, esta convoca al público con uno de los temas más atractivos del género: el inocente desvalido al que inculpan los poderosos y corruptos.