Cristian Pavón, cada vez más cerca de su revancha en Boca

La pandemia de coronavirus que paraliza al mundo no pasó desapercibida en el ambiente futbolero. La histórica circunstancia causó la suspensión de torneos, partidos sin público, cambios en el reglamento y estragos en la billetera de los clubes. El mercado de pases está adaptándose a la nueva normalidad, y la mayoría de las instituciones intenta pasar la tormenta lo mejor posible.

Toda esta situación podría acelerar el retorno al fútbol argentino de Cristian Pavón, a préstamo en el fútbol de Estados Unidos desde hace un año. Los dirigentes de Los Angeles Galaxy ya no ven tan simple poner los 20 millones de dólares que pide Boca por su opción de compra, y el cordobés podría terminar su aventura en el extranjero antes de lo esperado.

La comisión que lidera Jorge Ameal quiere desprenderse lo antes posible de Sebastián Villa, envuelto en una denuncia por violencia de género, y la posibilidad del retorno de Pavón a fin de año generó un interés renovado. El atacante tiene una larga historia en el “xeneize”, que incluyó puntos tan altos como bajos, y comenzó cuando era una promesa del fútbol del ascenso.

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Córdoba no pudo disfrutarlo mucho tiempo. Asomó en Talleres allá por el 2013 y mostró sus credenciales en sus primeros partidos. “Kichán” era rápido, hábil, encarador y no le temblaba el pulso para tirar gambetas y esquivar tapones en el siempre duro Nacional B.

Su aparición provocó una gran ilusión en el público “Matador”, pero el proyecto terminó antes de empezar. Boca puso 14 millones de pesos para llevarse a la joyita de Anisacate y se quedó con el promisorio delantero de 18 años, que era un confeso fanático de River.

La dirigencia “xeneize” se aseguró sus servicios y lo cedió de inmediato a Colón de Santa Fe, para que siguiera ganando rodaje en la segunda división. El cordobés metió 5 goles y 5 asistencias en 20 partidos, festejó un ascenso a Primera y aprobó con un sobresaliente su prueba en el “Sabalero”.

Su nivel convenció a Rodolfo Arruabarrena de que ya estaba listo para dar el gran salto, y lo sumó a la pretemporada de la primera en el 2015. Pavón estaba extasiado con la oportunidad, pero no tuvo la cálida bienvenida que esperaba: Lionel Vangioni lo recibió con una violenta patada en un clásico de verano, que le valió una fractura del quinto metatarsiano izquierdo y dos meses afuera de las canchas.

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Pasado el mal trago de la lesión, inició su camino con la casaca azul y oro, donde conoció la fama, la exposición y la presión que significa pertenecer al mundo Boca. Poco tiempo después vivió la noche de sus sueños con un golazo a River a cinco minutos del final de un Superclásico, y se ganó una calurosa ovación en la Bombonera.

Gritó campeón por primera vez en el campeonato local y volvió a celebrar pocos días más tarde en la recordada (y polémica) final de Copa Argentina contra Rosario Central. Cristian estaba entusiasmado con el rumbo que había tomado su carrera, y estaba a punto de conocer a su gran mentor.

Guillermo Barros Schelotto tomó las riendas del equipo en el 2016 con la obligación de dejar en el olvido las dos eliminaciones coperas contra River de la temporada anterior. “El Mellizo”, que también había sido un brillante extremo durante el virreinato de Carlos Bianchi, confió en Pavón para que aportara la cuota de desequilibrio que quería en el ataque.

El cordobés se agrandó, dejó de ser una promesa y se convirtió en el “7 bravo” que hacía delirar a los “xeneizes” con su atrevimiento y poderío ofensivo. Estuvo a la altura del desafío propuesto por Guillermo, se adueñó de las bandas de la Bombonera y se transformó en titular indiscutido.

Metió dos goles en la semifinal de la Libertadores contra Independiente del Valle, pero su equipo sufrió una nueva desilusión. Aún así, nadie tenía reproches hacia él: la hinchada lo adoptó como uno de sus jugadores favoritos, y le regaló aplausos y elogios hasta el cansancio a lo largo de toda la temporada.

El 2017 fue el año de su explosión. El esquema de Barros Schelotto se convirtió en Pavón y diez más, y el ex delantero de Talleres disfrutó una de esas rachas en las que le salía absolutamente todo lo que intentaba dentro del campo de juego.

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Volvió a ganar el torneo local, fue el máximo asistidor de la liga y lo distinguieron como el mejor jugador del campeonato. Su valor se infló hasta la estratósfera y Daniel Angelici rechazó montones de ofertas millonarias por su figura, que parecía tener un destino asegurado en un gigante europeo.

En el 2018 alcanzó la increíble cifra de 70 partidos seguidos como titular, fue bicampeón del fútbol argentino y metió el gol que clasificó a Boca a las semifinales de la Copa Libertadores. Debutó en la Selección Mayor con una asistencia y celebró abrazado con Lionel Messi, que destacó su participación.

Tenía un presente soñado y entre sus goles y gambetas se metió en la consideración de Jorge Sampaoli para el enorme desafío que se avecinaba. Al final, el clamor popular celebró su inclusión en el plantel que viajó a Rusia para representar a toda la Argentina en la cita mundialista.

Con apenas 22 años, Pavón participó de todos los partidos de la Selección en el Mundial y fue titular en la derrota contra Francia. No fue un jugador determinante, pero salió ileso por razones de fuerza mayor: la desastrosa gestión de Sampaoli al mando del equipo absorbió todas las críticas.

“Kichán” hizo lo que pudo, ganó visibilidad internacional y Daniel Angelici le renovó el contrato con una cláusula exorbitante: el cordobés pasó a valer 50 millones de dólares. Las expectativas con respecto a su futuro eran muy altas, pero una ley universal afirma que todo lo que sube tiene que bajar y Pavón no fue la excepción a la regla.

Podríamos mencionar muchos factores para justificar la caída del cordobés, pero el detonante tiene nombre y apellido: Marcelo Gallardo, artífice de las noches más amargas para el pueblo “xeneize” en los últimos años.

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El equipo del “Muñeco” había provocado un golpe doloroso en la Supercopa Argentina en Mendoza, pero la herida se hizo insoportable en la final de la Libertadores. El 7 de Boca se lesionó en el cotejo de ida, y reconoció que nunca más volvió a ser el mismo.

Sufrió desde el césped la histórica derrota en el Santiago Bernabéu y entró en un bajón futbolístico imposible de disimular. Los hinchas “xeneizes”, que lo habían ovacionado en sus noches más brillantes, ahora lo criticaban hasta el hartazgo.

Distintas lesiones, partidos decepcionantes, y la aparición de Villa pusieron en riesgo su lugar en el equipo. Gustavo Alfaro tenía la esperanza de recuperarlo y celebraron juntos la obtención de la Supercopa contra Tigre, pero ninguno de los dos tendría un final feliz en el club de La Ribera.

Las críticas contra “Kichán” rozaron la línea de la crueldad en el 2019, cuando el club anunció que se había desgarrado y varios fanáticos del equipo celebraron la noticia en las redes sociales. La relación estaba rota, la presión se tornó insoportable y el cordobés tuvo que abandonar el equipo.

No logró una venta millonaria a un grande de Europa, sino un jugoso préstamo a los Estados Unidos. El atacante se reencontró con Guillermo Barros Schelotto en Los Angeles Galaxy, donde lo agasajaron con la camiseta número 10 y anunciaron su llegada con bombos y platillos.

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Compartió la delantera con Zlatan Ibrahimovic, que lo llenó de elogios y aseguró que era “demasiado bueno para la MLS”. Se convirtió en el “jugador franquicia” del equipo y recuperó su confianza bajo las alas del “Mellizo”, quien lo había potenciado al máximo en sus tiempos como entrenador de Boca.

Los aficionados del Galaxy lo aman, pero su opción de compra es alta y las monedas escasean. El préstamo de “Kichán” termina en diciembre y si los dirigentes no pagan 20 millones de dólares por su pase, tendrá que volver a Boca. El actual campeón de la Superliga tenía el puesto cubierto, pero el reciente escándalo de Sebastián Villa abrió una vacante en el equipo que el cordobés conoce a la perfección.

Se rumorea que el delantero de 24 años desea quedarse en el Galaxy hasta conseguir una transferencia a Europa, pero es sabido que no está conforme con la imagen que dejó al irse del fútbol argentino. El tiempo, su representante y las dirigencias de ambos clubes dirán el desenlace de esta novela, pero lo concreto es que Cristian Pavón está cada vez más cerca de tener una revancha a pedir de Boca.