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13/10/2021 | 12:50 | Zamora reparte fortunas del Estado para hacerse reelegir. Paga 59 mil sueldos. Todo el sector privado junto paga 49 mil. En 16 años, nombró a casi todo el mundo él.
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Ya hay pocas cosas que sorprendan en ciertas provincias argentinas. Pero muchos gobernadores igual compiten en forma descarnada para dejarnos con la boca abierta.
Hoy es el turno del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. A tres meses de las elecciones, Zamora anunció que les va a pagar a los empleados públicos santiagueños un bono de 90 mil pesos. Y les prometió que en enero les va a dar un aumento del 57%. Así, de una.
El salariazo llega justo con las elecciones, que en Santiago son clave: no sólo se elegirán diputados nacionales sino legisladores provinciales y, más importante aún, gobernador. De hecho, Zamora será candidato a gobernador y a diputado suplente a la vez. Esto ya no nos sorprende, ¿verdad?
Algunos datos ayudan a entender la magnitud de todo esto:
Primero, Zamora les paga el sueldo a 59 mil empleados públicos provinciales (sin contar los municipales que dependen de los intendentes zamoristas), mientras en toda la provincia hay apenas 49 mil empleados privados en blanco. Eso ya te da una idea del desbalance de poder que hay entre un Estado gigantesco dominado por un solo tipo y una sociedad civil minúscula, tísica.
Segundo, a esos empleados públicos los ha nombrado en su gran mayoría Zamora. Porque Zamora y su mujer llevan 16 años gobernando la provincia.
Tercero, el salario promedio en Santiago es de 45 mil pesos. O sea que el bono de 90 mil es un toco de dinero. Equivale a dos sueldos, dos aguinaldos, como quiera llamarlos.
Bajo estas condiciones van a ir a votar los santiagueños el 14 de noviembre. Y eso es lo que asombra. Que en el año 2021 un gobernador pueda apropiarse así del presupuesto público y gastarlo en su propio beneficio. En algún momento, parece, privatizaron la Provincia de Santiago del Estero y se la quedó Zamora, que desde entonces se paga las campañas con la plata del Estado, a la vista de todos. Es un régimen que por comodidad seguimos llamando democrático pero que no presenta la menor posibilidad de competencia electoral y alternancia política.