Reclamo
07/09/2020 | 14:15 | El político piquetero exige el indulto. También para Milagro Sala, a la que Fernández no puede indultar. La comparación con Venezuela.
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La situación del jefe piquetero Luis D`Elía ya es inusual. Tiene condena firme hasta de la Corte Suprema por la toma de una comisaría en 2004. Pero está en su casa. Le dieron prisión domiciliaria por el riesgo de contraer coronavirus en la cárcel. Pero resulta que se contagió después de salir, en su casa. Igual sigue allí, donde se contagió, y no en el penal, donde no se había contagiado. Se supone que en algún momento, si la pandemia se controla, debería volver a la celda para cumplir su pena de 3 años y 9 meses de prisión.
Tal vez por eso, el fin de semana D’Elía pidió públicamente que el presidente Alberto Fernández lo indulte, a él y a otros 40 presos políticos que hay en Argentina, dijo el piquetero. Sólo mencionó a uno de esos detenidos políticos: Milagro Sala. ¿Quiénes serían los otros? No hay una lista, pero se supone que serían Amado Boudou (con condena firme y en prisión domiciliaria), Ricardo Jaime, Juan José López y otros.
Está enojado con el gobierno, D´Elía. Por eso también fustigó al canciller, Felipe Solá. Lo acusó de festejar los indultos de Nicolás Maduro a los opositores venezolanos en lugar de fijarse en lo que pasa acá.
La exigencia de D´Elía es durísima para el gobierno. Primero, comparar la Argentina K, campeona de los derechos humanos, con Venezuela es una puñalada. ¿El de Fernández es un gobierno que encubre un Estado represor? Entre los indultados por Maduro hay decenas de presos que ni siquiera tenían iniciado un proceso judicial aunque estuvieron presos más tiempo que D´Elía, que tiene condena firme de jueces naturales con todas las garantías del debido proceso.
Segundo, su exigencia abriría un abismo. Por ejemplo, el presidente sólo puede indultar a condenados federales. Para un indulto a Milagro Sala, condenada por la justicia de Jujuy habría que intervenir esa provincia.
El problema es que dejar a D´Elía hablando solo, ignorarlo, como está sucediendo, tiene un alto costo moral en la interna. Hacerse el oso con el pedido de un cristinista de la primera hora como el piquetero va a requerir el silencio del piqueterismo, de los organismos de derechos humanos, de la militancia K más intensa. Todos van a tener que aceptar la entrega de ciertos “compañeros” en un tablero de ajedrez donde la pieza clave a proteger, cueste lo que cueste, no son los peones, sino la reina.