Política esquina Economía
19/05/2020 | 08:16 | Florecen ideas para hacer chavismo sin plata. Se construye a todo trapo el “relato de los malos”. Se oculta lo demás. La resolución del default es el punto de hervor.
El comportamiento es difuso y ambiguo. Pero evidente. El cristinismo más radicalizado, después de haber exhibido moderación desde la campaña electoral, se ha desbordado en las últimas semanas.
El contexto es determinante. Muchos de ellos piensan que es ahora o nunca. La pandemia le dio poder político total al partido gobernante y, dentro de esa coalición, al cristinismo. El delay que la recesión le impone a la inflación renovó el pensamiento mágico de que puede haber emisión ilimitada sin fuego. La impresora del Banco Central le da el poder económico total al Poder Ejecutivo. El confinamiento (no lo digo yo, lo dice la militancia K en las redes) es un límite -y una excusa a usar- contra protestas de la oposición y la sociedad civil.
Nadie sabe bien -ni los ultras ni los antiK ni los de medio- qué piensa la jefa. Pero sus fieles no dejan ficha sin tirar al paño.
La senadora K Silvia García Larraburu tira los dados para recrear el fracaso de las Juntas Nacionales de Granos. Su colega Fernanda Vallejos propone la toma chavista de empresas a cambio de los pesos de fantasía que la Anses les da a los empleados de esas empresas que tienen prohibido trabajar y despedir. Mempo Giardinelli se enfurece porque de 18 puertos en el Paraná “14 están en manos extranjeras”.
Los ejemplos son interminables. Y los proyectos no se limitan a desquicios económicos. El intento de liberación indiscriminada de presos con la excusa de la pandemia es una muestra. El copamiento de la Justicia por vía previsional es otra. La reforma del Poder Judicial es otra.
Pero el kirchnerismo no sería tal sin relato. Y eso también está a la orden del día. El último capítulo empezó a escribirse el jueves a la noche, cuando el Banco Central dio a conocer su informe sobre los 86 mil millones de dólares que compraron los argentinos entre 2016 y 2019 para guarecerse de la inflación, vendiéndolo como top secret.
La famosa “formación de activos externos”, que de eso se trata, es una estadística regular del Central. De hecho, en febrero, Cristina Fernández y la inefable Vallejos ya martillaban con que durante el macrismo se habían “fugado” (ese es el término a usar para darle un tinte ilegal a algo que no lo es y por eso el Central tiene los datos) 88 mil millones de dólares.
Lo que nunca informaba (hasta ahora) el Banco Central son los nombres de empresas y personas que compran dólares, protegidos por la confidencialidad financiera. Pero el fin de semana, en su parte habitual, el periodista Horacio Verbitsky dio los nombres de los quetejedi de siempre (Rocca, Urquía, Rattazzi, etc) diciendo que a él se lo dieron personas que vieron las identidades en el Banco Central. O Verbitsky miente o el Banco Central ya decidió que la identidad de las personas -que encima no cometieron delito alguno- es de su propiedad. Más facho no se consigue. Más anti-inversión, tampoco.
Verbitsky es el gran proveedor de historias para la militancia más border y simplona. Despotrica -de ahí copia Vallejos- porque empresas que según él reciben fondos de Anses para pagar parte de los sueldos de sus empleados son, según él, las mismas que, según él, “fugan” dólares, reparten dividendos o recompran acciones.
Pero todas esas son operaciones legales y si se hicieron fueron cuando la Anses nada había subsidiado. Es más: el decreto que establece el subsidio a los sueldos ya dice que las empresas grandes cuyos empleados se beneficien por ese subsidio no podrán hacer esas operaciones por un año. Ahora ese plazo se irá a dos años y alcanzará a todas las empresas.
Pero a quién le importa. Lo que importa es el relato.
Por eso en la biblia K hay que olvidar por todos los medios que sólo durante el primer gobierno de Cristina Fernández, la “fuga” fue de 70 mil millones de dólares. O sea, casi lo mismo que con Macri. No era un secreto. En 2013 el gobierno K buscaba frenar la fuga porque las reservas habían caído 26% en 10 meses. De hecho por eso impusieron el cepo en todo el segundo mandato K, algo insostenible en el tiempo, como los será el actual cepo.
Hay varias diferencias. Macri incrementó la porción de la deuda en dólares en manos de residentes externos. Pero Macri dejó reservas en el Central. Cristina se fue dejando vendidos a futuro dólares que el Central ya no tenía.
Y también hay que ocultar que lo mismo está sucediendo ahora. El Central pierde reservas. Y ha estado vendiendo entre 60 y 80 millones de dólares por día para sostener el dólar. Casi lo mismo que los 82 millones promedio por día hábil que con Macri.
Es todo tan ostensiblemente faccioso que resulta simpático. El periodista económico de cabecera de Cristina Fernández, Alfredo Zaiat, propuso, en la misma nota en que le dio con un caño a “la fuga Macri”, que el Banco Central intervenga no sólo en el mercado oficial sino también en el dólar “contado con liqui”. ¿Como? Haciendo que la Anses salga a ofrecer bonos en dólares a quienes realizan esa operatoria cambiaria con títulos, con el fin de bajar la cotización implícita del “liqui”.
O sea: títulos en dólares que el sector público se debe a sí mismo pasarían a ser comprados a precios más baratos por los especuladores con el fin de que esos especuladores compren dólares CCL más baratos. Y los títulos terminarían quedando en manos de residentes extranjeros, porque en eso consisten esta operatoria. Más “fuga Macri” no se consigue.
Los descubridores de pólvora podrían googlear el periodismo de 2012. El gobierno de Cristina ya se devanaba los sesos para encontrar cómo controlar el “contado con liqui”, que existe desde mucho antes que Macri, aunque los ideólogos K se lo oculten a una militancia básicamente ignorante. Igual que ocultan la razón de semejante caos financiero: un país que no se cansa de imprimir pesos falsos porque tiene un Estado perennemente deficitario.
Propuestas delirantes, relatos truchos y, también, juegos de poder. Son ostensibles las operaciones K para desestabilizar la base de poder que logró construir Fernández con la gente encerrada y la imprenta al rojo vivo.
La última es la que protagonizan intendentes kirchneristas del conurbano, ministros de Kicillof como Daniel Gollan, Madres de Plaza de Mayo, funcionarios del propio presidente como Victoria Donda y otros para quemar las fotos posgrieta que Alberto F. se esforzó por mostrar con Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.
No le gusta eso al kirchnerismo. Conspira contra la voluntad de poder total y es un peligroso camino a la moderación. Una moderación que podría verse estructuralmente anclada si a Alberto F se le da por evitar el default más innecesario de la historia, sobre el que la jefa de todos calla sonoramente.
Si Argentina esquiva ese default, tendrá más chances de seguir atada a la racionalidad de la democracia republicana capitalista y de mercado de Occidente. Transformar al país en un laboratorio de políticas delirantes, en un manicomio a lo Chávez pero sin plata, sería más difícil.
Es más: al frente le quedaría el aburrido camino de la austeridad, el trabajo, las reformas del Estado y las elecciones cada dos años. Algo que la “gauche divine” criolla, que vive de los presupuestos públicos no se puede permitir. El momento es ahora.