El dilema de Gildo fue salud o libertad: adiviná que eligió

La quinta pata

El dilema de Gildo fue Salud o Libertad: adiviná que eligió

20/11/2020 | 16:44 | Insfrán selló Formosa porque pudo: gran parte de la población vive de sueldos y subsidios que financia el resto del país. Un éxito sanitario y policíaco.

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El fallo de la Corte Suprema que ayer obligó a Formosa a dejar ingresar a 7.500 personas que en algunos casos hace 8 meses que intentan volver a sus hogares expuso la exuberancia de nuestro feudalismo subtropical.

No es verso. Ayer, por ejemplo, logró entrar finalmente Julieta González, que se había recibido de abogada en Rosario y hacía desde marzo no podía regresar. La mitad de la gente que quiso entrar nunca pudo hacerlo.

El régimen del gobernador eterno Gildo Insfrán nunca se confundió con el falso dilema entre economía y salud, como nos sucedió al resto del país. Para Insfrán fue salud o libertad. Y eligió cancelar la libertad.

Eso es fácil en una provincia donde hay 167 empleados públicos por cada 100 privados, donde 45 de cada 100 habitantes mayores de 18 años cobran el IFE y donde todos los meses se pagan cientos de miles de subsidios nacionales de todo tipo. Formosa, en un nivel mayor que tal vez cualquier otra provincia, no necesita casi trabajar. El dinero llega igual.

E Insfrán es como el emir de un estado petrolero. No tiene petróleo, pero tiene la canilla del dinero que manda la Nación, que es lo mismo. Controla todo.

La tenía chanchita Insfrán. Tenía todo el tiempo del mundo. Y por eso pudo darse el lujo de sellar su feudo, presumiblemente hasta que esté disponible la vacuna. Y en términos sanitarios Insfrán fue exitoso. Sólo 21 casos activos. Un muerto.

Eso sí: Formosa parece haber quedado congelada en el 19 de marzo, cuando comenzó la cuarentena en Argentina. Un marzo perpetuo, con tintes policiales. Clorinda está bloqueada sanitariamente porque tiene 7 casos, todos en reclusión. La Policía detiene a sospechosos de estar contagiados. Brigadas móviles hacen hisopados comercio por comercio, por ejemplo. Los que se niegan son “anotados” no se sabe bien para qué. Hay personas denunciadas penalmente por haber ingresado fuera de las normas que la Corte acaba de declarar absurdas.

Tanta lavandina no le ha servido a Insfrán para, por ejemplo, activar las escuelas, a excepción de algunas en parajes perdidos o de baja matrícula, semiabiertas hace poco. Los chicos formoseños igual perderán el año, como todos los demás.

Y tampoco le impidió a Insfrán los fastos autocelebratorios de todo culto a la personalidad que se precie. Como cuando decenas de miles de formoseños, en enorme proporción empleados del gobernador, festejaron la semana pasada el Día de la Militancia, con compactas caravanas de autos y motos y aglomeraciones en distintos lugares de la provincia donde en muchos casos los barbijos brillaban por su ausencia.

¿Logrará llegar Insfrán a la vacuna con el feudo impoluto y policíaco que había podido instalar hasta ahora? ¿O Formosa caerá tardíamente en la peste, como el resto del país? Si sucede esto último el gobernador ya tiene a mano un culpable: la Corte Suprema y su fallo liberador.