Orden federal
19/03/2020 | 07:46 | Fernández va a retomar los “hospitales del bicentenario” de CFK. Todos están en el conurbano, excepto uno. Pagamos todos.
Siempre es interesante rascar bajo la alfombra. Ayer, el comandante en jefe de la Guerra Sanitaria, Alberto Fernández, sobrevoló (no es broma) el partido bonaerense de La Matanza con su ministro de Obras Pública, el exintendente del conturbado Gabriel Katopodis, y constató que en ese partido hay dos hospitales sin terminar cuyas obras se iniciaron en tiempos de Cristina Fernández.
El presidente aprovechó para tirar tierrita sobre el gobierno de Mauricio Macri. “Las obras quedaron paralizadas hace 4 años, cuando quienes gobernaban pensaban que no hacían falta más hospitales”, dijo.
Lo que Fernández no dijo es que los dos hospitales fueron inaugurados por Cristina Fernández en la campaña electoral de 2015. Es raro que Alberto F culpe de paralizar obras a un gobierno posterior al gobierno que las inauguró. Si Macri las paralizó, entonces CFK perpetró antes una mentira, al inaugurar algo que nunca había terminado.
Tampoco dice que Fernández que esos centros forman parte de media docena de Hospitales del Bicentenario que el kirchnerismo prometió, varios de los cuales tampoco se terminaron. Cristina Fernández no sólo quiso construirlos. También se comprometía a financiar en parte su funcionamiento.
Entre otras cosas, en 2010 todo el paquete se frenó porque la Legislatura bonaerense, enteramente controlada entonces por el sciolismo, el massismo y el kirchnerismo, no dio avales. El muerto de los hospitales se cargó entonces a hombros del Pami.
De todos modos, las inauguraciones de hospitales de cartón de CFK, el freno impuesto por Macri y las chicanas de Alberto F son anécdotas.
Sólo pueden importar en un país que jamás puede dejar de mirarse su pupo deforme de la Capital Federal y el conurbano bonaerense (Gran Buenos Aires).
Si Argentina pudiera verse a sí misma como un país, la vergüenza de la que estaríamos hablando sería que todos esos hospitales, excepto uno, se proyectaron, se construyeron y algunos se inauguraron en el conurbano, en el 0,1% del territorio nacional, donde hay mucha pobreza, pero donde también vive la población más rica del país.
Según un informe de 2017 de la Fundación Soberanía Sanitaria, una entidad muy alineada al kirchnerismo, un gran aporte del kirchnerismo a la recuperación de la salud pública fue la decisión de construir 7 hospitales, anunciada en 2009.
El reparto fue el siguiente: dos (dos) hospitales en el partido de La Matanza -que tiene la mitad de la superficie de la ciudad de Córdoba- y los demás en los partidos de Ituzaingó, Esteban Echeverría, Cañuelas y Escobar. Uno solo fue para el resto del país. La perinola le tocó a Paraná, Entre Ríos. Ese tampoco se terminó.
La Argentina es un país sorprendente: porque acá lo insólito se vive dos veces.
En el ordenamiento institucional argentino hay cosas básicas. Una de ellas es que la atención de la salud y el poder de policía sanitario está en manos de las Provincias. Los niveles de complejidad están en manos provinciales y la atención primaria en manos municipales.
Esa es la razón, por ejemplo, por la que en Córdoba el único hospital nacional es el de Clínicas, y porque depende de la Universidad Nacional de Córdoba. En cambio, el Hospital de Niños, uno de los más complejos del país, fue construido con dinero provincial y es sostenido por la Provincia, al igual que otros baluartes sanitarios como el Hospital Córdoba y los del interior provincial.
¿Hay desviaciones a ese principio? Sí: la Municipalidad de Córdoba no debería gastar su presupuesto en el Hospital de Urgencias. Y en la Capital Federal subsisten injusticias del pasado: el hospital de niños Garrahan (y otros) es financiado en gran medida por la Nación, que no financia al de Niños de Córdoba ni de ninguna otra provincia.
Ahora, esas anomalías no deberían haber llevado nunca a la Nación -gobierne quien gobierne- a agravarlas regalándole manchancha hospitales a la Provincia de Buenos Aires.
Mucho menos debería llevar al gobierno actual a retomar ese despropósito injusto, inequitativo, centralista e ignorante del orden institucional que establece funciones nacionales, provinciales y municipales.
En medio de la pandemia, los gobiernos, los diputados y los senadores de las colonias en que se han transformado las provincias ni siquiera han tenido ni tienen la presencia de ánimo para exigir que, si Buenos Aires quiere hospitales de alta complejidad -y de a dos por ciudad, como pasa en La Matanza- tiene que pagárselos.