Conflicto por las cárceles
29/04/2020 | 15:15 | De un lado de la liberación de presos, el zaffaronismo. Del otro, Berni, Massa y cía. En silencio, por ahora, Kicillof. Futuras ofertas electorales para todos y todas.
Es un clásico del peronismo. Encarnar posiciones contrarias para poder ofrecerle algo a los votantes de todos los gustos y según cambie el viento.
El caso de los liberación de presos con la excusa del coronavirus en la provincia de Buenos Aires es de manual.
De un lado, está el kirchnerismo progre. Apenas asumió, Axel Kicillof le encargó a una comisión especial -dominada por militantes K de derechos humanos con letra y música de Eugenio Zaffaroni- una propuesta para el hacinamiento en las cárceles. Obvio: propusieron sacar hasta 15 mil presos. Y largaron ahí nomás, mucho antes del coronavirus. Algunos de estos garantistas dejaron grabado que el gobierno de Kicillof estaba “haciendo lo que hay que hacer” para que los jueces apuraran las salidas. Estos son los policías buenos del peronismo.?
Del otro lado están los policías malos del peronismo, liderados por el ministro de Seguridad, Sergio “Mano dura” Berni, que, luego de ver la reacción en contra de tantos votantes, criticó a su propio gobierno. Las pulseras electrónicas son “un verso” y si fuera por él “no saldría ninguno”, dijo.
Axel Kicillof, el jefe de todos, ya hizo el curso acelerado de peronismo: no dice nada. Como si gobernara Salta. Ya vendrá el momento de hablar, cuando se vean los resultados. Si crece el delito, habrá cumplido con el ala progre y al mismo tiempo Berni estará posicionado como candidato. Si no, será un fulgurante éxito del progresismo K.
A nivel nacional esto se replica. Sergio Massa amenaza con juicio político a los jueces mano sueltas. El secretario de Justicia, el kirchnerista Juan Mena, negocia con los presos cómo cumplir o no sentencias escritas por jueces de un poder supuestamente autónomo.
Todo esto no es muy principista, pero permite pescar en todo el electorado, dificultar que la oposición se diferencie y, sobre todo, lograr que parezca innecesaria. Para eso el peronismo es un “movimiento” y no un partido burgués, decían los teóricos de café en los 70, para quienes la alternancia no es una virtud sino una traba para la perpetuidad.
Al fin y al cabo, ¿para qué haría falta elegir a otro partido si total el peronismo puede hacer una cosa y luego la contraria? Es el juego a dos bandas del peronismo. Ahora tiene policías buenos y policías malos. Es la sorpresa más vieja del mundo.