La quinta pata del gato
30/10/2020 | 13:09 | Nota: esta columna se emitió al aire horas antes de que Mauricio Macri se pronunciara respecto de la carta de CFK.
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Entre tantas cosas anormales en un año anormal que ya termina sin que siquiera sepamos cuál será la nueva normalidad que nos espera, una de las cosas anormales ha sido ver gobernar al peronismo con una oposición sólida.
El 41% que votó la reelección de Macri no desapareció, no se diluyó, no se dividió al infinito, como había sucedido tras los gobiernos de Alfonsín o de De la Rúa. Esos votantes protagonizaron los banderazos y tuvieron la fuerza suficiente para congelar varias iniciativas del gobierno. Y los políticos que quieren representar a esa tajada tan interesante del electorado se preocuparon por no sacar los pies del plato. Por eso hubo poco borocotazos, los bloques legislativos de Juntos por el Cambio en Diputados y en el Senado no se partieron y sus pocos gobernadores no se pasaron al kirchnerismo. Hubo diferencias y tensiones entre macristas, radicales y lilistas, pero la sangre no llegó al río.
Sin embargo, ese estanque tranquilo de la oposición recibió esta semana un piedrazo. Y ha sido la propuesta de un gran acuerdo político que tiró Cristina Fernández en la carta en la que se despega de Alberto Fernández.
¿Qué hacer frente a esa propuesta? En la oposición hay de todo. El senador Miguel Ángel Pichetto, hoy Auditor General de la Nación, fue el primero en estar de acuerdo. “Creo que no es posible rechazar la convocatoria”, dijo Pichetto, un peronista proclive a aplicar la razón de Estado, por ejemplo a usar al Senado como cámara de protección de expresidentes acosados por causas de corrupción a la que algunos consideran un efecto inevitable del ejercicio del poder.
Es todo lo contrario a lo que piensa el radical Alfredo Cornejo, exgobernador de Mendoza. Para él un acuerdo es difícil porque, para eso, el kirchnerismo tendría que olvidarse de la reforma judicial y de todas las iniciativas que tiene en marcha para garantizar la impunidad.
Elisa Carrió calificó a la propuesta de CFK directamente como un “mentira”. Es más. Carrió dio a entender que para ella la carta implica que la expresidenta acaba de quitarle su respaldo a Alberto Fernández. “Yo lo sostengo porque es el presidente”, pese a criticarlo con dureza.
Las posturas más reticentes, claros, son de quienes no tienen responsabilidades de gobierno en medio de la crisis y no están a tiro de la extorsión presupuestaria de la Nación. Los gobernadores radicales hasta ahora no han tenido definiciones.
Algo parecido sucede en la mitad PRO del planeta opositor. Allí predomina el silencio, pero la carta de CFK fue recibido con mucho mayor escepticismo por quienes plantean diferencias de principios y tienden a hacer política en la grieta (desde el expresidente Macri hasta la exministra Patricia Bullrich), mientras los que apuestan a la avenida del medio, tienen alta imagen y sueñan con una candidatura presidencial, como Horacio Rodríguez Larreta no han dicho nada hasta ahora. Igual que la sigilosa María Eugenia Vidal.
La propuesta K de un acuerdo puede ser una pelota envenenada para la solidez que hasta ahora tuvo la oposición. Puede terminar en un acuerdo para afuera, pero una división para adentro.
Por suerte, no es un peligro inminente. Mucho antes de que la propuesta de Cristina pueda debatirse seriamente el propio Alberto Fernández debe terminar de descubrir si su jefa tiró la idea para ayudarlo o para soltarle la mano, si la pelota envenenada, más que para la oposición, no es para él.