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08/09/2020 | 10:34 | Mientras está prohibido homenajear a un soldado que asesinó el ERP, los indultados junto a Videla pueden celebrar el terrorismo montonero.
Las políticas de la memoria tenían un riesgo: dibujar el relato de la historia según el paladar del poder hegemónico. Y en eso está hundida hasta las orejas la sociedad argentina.
Ayer, el Ejército Argentino fue obligado a retirar un tuit que la institución había publicado para recordar a un subteniente y un soldado que murieron en una emboscada del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) durante el llamado Operativo Independencia, en Tucumán.
Organismos de derechos humanos se habían quejado de la publicación. El argumento, atendible, es que en el Operativo Independencia comenzaron a ponerse en práctica metodologías que tras el golpe militar la dictadura masificó en todo el país y que fueron la base del terrorismo de Estado. Y por eso el Ejército terminó retirando el mensaje.
Todo podría terminar acá sino fuera porque la cuestión es algo más compleja y porque, además, la marcha atrás del Ejército coincidió, ayer, con una solicitada publicada por ex montoneros y simpatizantes de esa organización terrorista como parte del insólito festejo de un “Día del Montonero” que no sólo carece de autocrítica alguna sino que califica de “guerra civil” aquel periodo (algo que en su defensa argumentaban los represores militares) y vuelve a vendernos el verso de que los guerrilleros argentinos eran sólo jóvenes idealistas defensores de la democracia y no terroristas que optaron por el secuestro, la tortura y el asesinato como modo de acción política durante un gobierno democrático, contra la Constitución y con el fin de liquidar el régimen democrático.
La condena al tuit del Ejército es tan grotescamente sobreactuada por los custodios de los “derechos para algunos humanos” como es de vergonzoso el silencio para condenar las fábulas de la “juventud maravillosa” que pretenden seguir contándonos como si nunca hubiéramos salido del Jardín de Infantes.
Una verdadera política de la memoria al servicio total de una facción partidaria de la Argentina.
El asesinato del soldado y el subteniente recordados por el Ejército sucedió el 5 de septiembre de 1975. Fueron emboscados por el ERP. El Ejército no actuaba entonces bajo las órdenes de un dictador fascista sacado de las catacumbas ultramontanas sino por cuatro decretos firmados por la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón y por Ítalo Luder, presidente provisional del Senado. Esos decretos ordenaron a las Fuerzas Armadas “aniquilar” a las fuerzas subversivas en Tucumán primero y en todo el país después. Entre los ministros que los firmaron estaba Antonio Cafiero, abuelo de Santiago Cafiero, el actual jefe de Gabinete de la Nación.
Los terroristas del ERP no buscaban entonces garantizar democracia alguna en Tucumán. Habían iniciado lo que consideraban una guerra revolucionaria (pronto comenzaron a recibir apoyo de Montoneros) con el fin de ir tomando territorio argentino e imponer un régimen comunista similar al cubano.
Un subteniente -y mucho menos un soldado- muertos en un enfrentamiento en 1975 no eran torturadores veteranos de la Esma. Subteniente era por ejemplo el general retirado César Milani, que desde 1976 actuó en el Operativo Independencia y fue acusado específicamente por delitos de lesa humanidad, lo que no impidió a Hebe de Bonafini fotografiarse junto a él para blanquearle su expediente cuando Cristina Fernández lo designó jefe del Ejército.
Sin embargo, el Ejército es obligado a avergonzarse de dos de sus humildes integrantes, muertos bajo un ataque terrorista mientras cumplían órdenes de un gobierno democrático.
Al mismo tiempo que tiene lugar toda esta vergonzosa impostura, un grupo de ex terroristas montoneros y sus simpatizantes vuelven a reivindicar la violencia política sin que ningún fiscal se anime a acusarlos de apología del delito.
Entre los firmantes de la solicitada hay, de hecho, gente que está libre porque fue indultada por Carlos Menem. El perdón de sus crímenes les llegó de arriba gracias a los fascistas carapintadas que a fines de los 80 extorsionaron a los gobiernos democráticos para revertir el juicio y castigo a los delitos de lesa humanidad. Para equilibrar los tantos, Menem metió en los decretos de indulto a terroristas, sobre todo de Montoneros.
Entre los indultados por Menem están los jefes Mario Firmenich, Roberto Perdia y Fernando Vaca Narvaja y a casi medio centenar de terroristas, militantes y adherentes. Entre ellos, fue indultado el actor Norman Brisky, que ayer también firmó la solicitada.
Además de sostener que lo que hubo en Argentina fue una guerra civil, la solicitada usa para referirse a ella el tiempo verbal del presente continuo. Hablan de la “guerra civil intermitente que la Argentina ha vivido desde 1955”. O sea, ese proceso sigue. Y es intermitente. Cuando tienen que justificar por qué ponían bombas y asesinaban indiscriminadamente en pleno gobierno democrático, es una guerra civil. Cuando tienen que conseguir indultos y cobrar indemnizaciones, son víctimas del terrorismo de Estado.
Por supuesto, también insisten en acusar al gobierno de Raúl Alfonsín de perseguirnos con la “Teoría de los dos demonios”, el otro juego preferido de la hipocresía armada de los setentistas.
En efecto, a cualquiera que cuestione los crímenes que los terroristas cometieron durante gobiernos democráticos, el relato derechohumanista argento antepone la “teoría de los dos demonios”. Correctamente, esta teoría dice que son sustancialmente distintos los crímenes cometidos desde el Estado que los crímenes cometidos fuera de él, incluso si son políticos.
Pero cuando se les remarca que de cualquier manera sigue siendo un crimen asesinar por motivos políticos -a sindicalistas, soldaditos, vigilantes de esquina, cadetes militares, empresarios e hijos de cualquiera de ellos- y que por ende deberían dejar de heroizar a esos criminales, al derechohumanismo faccioso se le acaban las ganas de razonar jurídicamente.
Esa selectiva cobertura ideológica es la que permite a gente que mandó al muere a cientos de adolescentes, ordenó asesinatos, aplaudió secuestros y justificó torturas firmar solicitadas autocelebratorias como la de ayer.
Eso sí: la obvia teoría de los dos demonios en la que se basan los indultos en paralelo de Menem para Videla&Cia y Firmenich&Cia nunca les pareció un horror a los firmantes de esta solicitada. Que se sepa, ninguno de ellos insultó públicamente a Menem por haberlo indultado en paralelo con Emilio Massera.