La quinta pata del gato
27/10/2021 | 13:28 | La ley de etiquetado salió con fritas, sin dar lugar a algunos planteos bastante lógicos. En cambio, la ley de ficha limpia va a tener que seguir esperando.
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Una holgada mayoría de diputados sancionó anoche la llamada ley de etiquedado frontal. Es una ley que exige ponerles hasta cinco enormes octógonos negros a los alimentos que correspondan, con una leyenda muy básica: exceso en grasas, exceso en grasas saturadas, exceso en sodio, exceso en azúcares o exceso en calorías. Sus defensores dicen que así los consumidores tendrán mejor información y que ayudará a reducir los niveles de obesidad. Las dos cosas pueden ser muy positivas.
La industria de la alimentación se queja. Había pedido un mayor análisis y algunos cambios. Dicen que les va a complicar exportar alimentos a países en los que esos octógonos parecen una advertencia de veneno. Que el cartel es el mismo ya sea para un producto con poco exceso u otro con mucho exceso. O que demonizar las calorías es un absurdo: comemos justamente porque necesitamos calorías. Y que el exceso no está en el paquete de galletitas en sí, por ejemplo, sino en cuántos paquetes consumimos.
Otro tema es que, como siempre, cazamos en el zoológico: los choripanes que se venden en la calle sin siquiera un registro bromatológico, los pastelitos fritos que se venden en una escuela ¿son bajos en grasas y en grasas trans? ¿O es que nadie se ocupará de ellos porque acá las leyes son sólo para los tontos que pagan impuestos?
En fin: las golpeadas agroindustrias argentinas creen que esta ley es un golpe más dentro de un ataque general después de la ley de góndolas, de los controles de precios, de las prohibiciones de exportar.
Hay quienes dicen: ¿y por qué no le ponemos al paquete de fideos un octógono para el exceso de impuestos nacionales, otro para el exceso de impuestos los provinciales y otro para el exceso de impuestos municipales?
Lo cierto es que, en la misma sesión en que los diputados apuraban el etiquetado frontal, el Frente de Todos se negó con uñas y dientes a aprobar un pedido opositor para tratar sobre tablas la ley de ficha limpia. Esa ley es para impedir que sean candidatos a cargos electivos quienes tengan condenas por corrupción. Pero no salió. Por lo pronto, ya tenemos octógonos negros para los azúcares, pero no tenemos octógonos negros para los corruptos.